En el año 1921, apareció un escritor en Berlín que anunciaba la llegada de una Segunda Guerra Mundial. Nadie le creyó porque la “La Gran Guerra” acababa de terminar y nadie en su sano juicio pensaría que otra podía estar a punto de llegar. Uno de los aspectos por lo que nade le creyó, fue la fecha tan próxima que dio: 1939. El autor de este terrible vaticinio vino de un hombre llamado C. Loog, un empleado de correos, que había tropezado con un verso muy claro y a la vez muy confuso, del autor de las cuartetas más famosas del mundo: Nostradamus. Exactamente se trataba de la cuarteta 57 de la III centuria, en la que se lee: “Siete veces cambiará el pueblo británico. Se anegará en sangre dentro de doscientos noventa años. No contra Francia, sino contra Alemania. Ariel se equivoca respecto al bastardo polaco”.
La gran incógnita era saber a partir de cuándo empezaban a contar aquellos doscientos años. Loog, que había estudiado minuciosamente todos los escritos y comentarios sobre el gran vidente, llegó a la conclusión de que la cuenta debía iniciarse a partir de un suceso acaecido en 1649.
Aquel año fue decapitado el rey Carlos I de Inglaterra, y el reino, convertido en república bajo Oliver Cromwell. Este era el primer gran cambio. En 1660, un rey volvió a gobernar Inglaterra: Carlos II. En 1685 hubo en la isla graves disturbios, porque el rey Jacobo II quería reinstaurar a la iglesia católica. Jacobo II perdió el trono en 1689, vencido por Guillermo III de Orange. En 1711, Inglaterra sufrió graves crisis económicas bajo el reinado de la reina Ana. En 1714, el príncipe de Hannover fue coronado rey de Inglaterra con el nombre de Jorge I. ¡En consecuencia, 1939 debía ser el año en que sería anegada en sangre!
Dieciocho años después de la aparición del escrito de Loog –en otoño de 1939-, el ministro de propaganda del Reich se enteró de su existencia. Decidió utilizar las profecías de Nostradamus para la conducción de la guerra psicológica. Durante el primer año de guerra se lanzaron octavillas al respecto sobre el frente francés. En el texto falsificado, Nostradamus profetizaba la victoria de Alemania. Decía así: “Como el alto el fuego era un engaño, el gran Führer de Armenia –la tierra de los armenios, de Hermann el Querusco- cederá a la Gran Alemania Brabante, Flandes, Gange, Brujas y Boulougne, y ocupará por sorpresa Viena y la región del Rin.” Había que encontrar otra profecía de Nostradamus para infundir optimismo en los alemanes con vistas a una gran operación estratégica. Son las líneas del cuarteto 100 del libro segundo: “En la isla reinará un espantoso tumulto. Lo único probable serán sorpresas bélicas.” La interpretación que se difundió en Berlín en la primavera de 1940 –cuando se preparaba en secreto la invasión de Inglaterra-, fue que la isla no podía ser otra que la nación inglesa.