miércoles, 21 de octubre de 2009

Tomville: La ciudad que robaba a los niños

La policía estatal fue colocado en estado de alerta. Las unidades de la Guardia Nacional siguieron el mismo camino.

La orden fue terminante y concisa: “Nadie puede entrar o salir de Tomville sin una orden previa y escrita”. ¿En dónde sucede esto? Pues en plena democracia y en los Estados Unidos.

Un estado de emergencia ha sido declarado. Los periódicos locales han sido callados por loas “buenas mientras que las agencias informativas internacionales declaran “desconocer” el caso Tomville. Los turistas y viajeros que se acercan a Tomville son alejados a cajas destempladas por la pétrea unidad especial colocada allí al efecto.

Nadie puede acercarse en un radio de veinte millas que rodea a la pequeña ciudad como una garra de acero y silencio.

Los oficiales del tipo medio de la capital de Washington hablan en susurros sobre Tomville. Para ellos la palabra es solo una. “Tomville no existe”.

Para muchos es el escándalo más grande desde el Watergate, y lo peor de todo es que ese escándalo aún no estalla. Se mantiene latente como un cáncer que crece comiendo desde dentro hacia fuera.

Coloque usted a Tomville en algún lugar del Medio Oeste, no importa exactamente la situación porque ya se sabrá en su momento oportuno, o quizás no llegue a saberse nunca. Hasta que la barrera oficial no sea eliminada, Tomville no existe.

El problema comenzó a manifestarse a principios de 1976. En aquella oportunidad, el jefe de la policía local Bob Bixby se encontró de buenas a primeras con las manos llenas de adolescentes que abandonaban sus hogares. Para un poblado relativamente tranquilo, con poco crimen y en el cual casi todo el mundo conocía al vecino aquello era increíble. Sólo en el mes de noviembre el jefe Bixby tuvo más casos de “escapados” que durante los diez años anteriores.

Pero esto sólo es el comienzo.

Para el mes siguiente, diciembre, las cifras doblaron las estadísticas de noviembre. Aquello se convertía en un caos. Para aquellos que no creen las cosas a no ser que las vean impresas, aquí les va la prueba efectiva:

Por aquel mes (cuando aún no se había establecido el silencio oficial) el periódico Rocky Mountain News se refirió específicamente al caso de los escapados dándole categoría de titular en primera plana. Tras de este periódico (el de más circulación en el área) todos los otros publicaron la noticia. De la noche a la mañana todo cambió. Era como si una cortina de cristal cayera sobre Tomville. Podía verse pero no oírse.

Afortunadamente nuestros reporteros fueron capaces de recoger la mayor parte de los hechos antes de que la cortina cayera. La mayor parte de los datos directamente de ciudadanos que lograron salir antes de que el pueblo fuera rodeado por una unidad especial con uniformes sin insignias. La ley marcial fue declarada en Tomville.

Nadie podía abandonar su casa pasadas las diez de la noche. Las calles eran patrulladas toda la noche. Todo lo que se oía era ominoso resonar de las botas militares en el asfalto y la piedra. Los “clicks” de los rifles y las voces de “alto”.

Tomville comenzaba su reinado de terror.

De acuerdo con los datos extraídos de los archivos no menos de dos mil adolescentes y niños desaparecieron de Tomville en aquellos meses. De acuerdo con el almanaque de 1975, Tomville tenía una población de 6.500 personas. ¿Se imaginan lo que es la desaparición de una tercera parte? Hoy en día no hay niños en Tomville. También existe el caos. A pesar de los impenetrables muros de la censura y la ley marcial, se ha podido saber que los residentes están a punto de formar una revuelta para demandar su libertad. Quieren entrar y salir de Tomville con la libertad a la que estaban acostumbrados y en la cual fueron educados. La libertad de la democracia representativa. Y de aquí y de allá comenzaron a correr el rumor, sólo un rumor. Se decía que Tomville estaba tomada por extraterrestres. Por seres de otros mundos. Esto explicaría muchas cosas; la ley marcial, el círculo de armas y hombres alrededor de la población. Lo cierto es que el gobierno hasta el momento no hace la menor alusión a lo que sucede en Tomville.

¿Cómo puede suceder algo así en pleno siglo veinte y en el país de la libertad? Quizás un simple dato geográfico ayude a explicar la situación.

Los Estados Unidos poseen más de la mitad de su territorio con una densidad de población de menos de cinco habitantes por milla cuadrada. Estamos acostumbrados a las grandes ciudades, al movimiento de los aviones, a la televisión y el periódico diario. Pero hay lugares remotos, lugares como Tomville.

Algunos osados reporteros trataron de conocer lo que pasaba en la capital. Todo lo que lograron fueron elusivas y educadas respuestas de secretarias “no sabemos de qué habla”.

Los representantes de la prensa controlada guardaban (y guardan) el más pétreo silencio. Un intento de acercarse a Tomville por carretera fue detenido abruptamente a veintidós millas exactas de su centro. Cuando soldados vestidos con un curioso uniforme de campaña y sin insignias detuvieron el auto y cortés, pero enérgicamente le indicaron a punta de rifle que diera la vuelta.

Otro intento en avioneta Cessna sólo mostró un poblado con las calles vacías y en plena tranquilidad.. ni un alma a la vista.

Rápidamente hubo que alejarse cuando un jet de medios oficiales describió dos pasadas tronantes que estremecieron el Cessna desde las hélices hasta la cola. Sin embargo aún quedaba la fuente de los que habían logrado escapar antes de que el círculo de acero cerrara la población. Sus palabras fueron grabadas en tape y retenidas como prueba de que Tomville no es una fantasía.

Joe Bert, 85 años, retirado, veterano de la Guerra Mundial.

-No entiendo nada de esto, hijo. Vi desaparecer a mis nietos de la noche a la mañana. Mis nietos se llaman Bob y Jim. Sus edades de 16 y 17 años si mal no recuerdo. Cuando se es viejo falla la memoria. Me reunía con los viejos amigos en la tienda de Sarah. Allí comentábamos lo que pasaba. Nadie podía encontrar una explicación. No sabíamos de Bob y Jim desde meses atrás. No había razón para que Bob y Jim desaparecieran de la noche a la mañana. Todas sus notas en el colegio eran buenass y practicaban como regulares en el equipo de pelota local. No entiendo nada. Quizás me esté haciendo muy viejo.

Aarón Heines, 47 años, principal de la escuela secundaria.

“Mis aulas estaban vacías. No había alumnos. Todos mis muchachos desaparecieron de la noche a la mañana. Y no estoy hablando de un aula específica, no, hablo de todas mis aulas. Posiblemente quedaban 50 0 60 niños en la ciudad, pero los padres los tenían guardados bajo llave como si fueran de oro. Todo el mundo temía y nadie hablaba. ¿Dónde estaban los niños? Nadie lo sabía. La ciudad estaba volviéndose loca, realmente loca. A veces sentía una risa a mis espaldas en la calle. O un llanto. Eran mujeres que caminaban solas por la calle. Mujeres buscando a sus hijos. Todo el mundo comentaba que había extraterrestres en el pueblo. Nadie los había visto pero algo estaba mal, muy mal.”

El periodista interviene:

“¿Se han visto platillos voladores últimamente?”

“¿Platillos voladores? ¿Cómo esos que ponen en las películas? No. Realmente creo que no. Ese es el problema menor en Tomville. Nadie pensaba en platos volando en el cielo. El problema era real, y estaba entre nosotros allí mismo. Nadie confiaba en nadie. Amigos de la víspera se negaban el saludo en la calle, todos se miraban con desconfianza. ¿Quién era quién? Nadie podía saberlo. A lo mejor el tipo que nos ofrecía la mano estaba tratando de raptarnos. Quién sabe.

Fue por esto que decidí marcharme de la ciudad. Se lo dije a mi esposa. Le dije “vámonos antes de que nos toque el turno” eso le dije.

Nueva interrupción del periodista:

“Pero ¿no eran niños los que desaparecían?

“Niños? Claro que desaparecían los niños, pero esto era distinto. A los mayores los tiroteaban. Disparos que partían del aire. Nadie sabía cómo ni cuando. Personas que caían al suelo ensangrentadas. Los hospitales se negaban a permitir visitas para aquellos tiroteados. Todo esto hasta que llegó el ejército, la locura.”

El principal rompió en sollozos. El tape registró sus desesperados sollozos por un minuto largo. Quedamos en silencio.

Joe Cavalas, 20 años, estudiante, reportero aficionado.

“No quiero verme envuelto en esto. Como tengo sólo 20 años sé que me están buscando. Estoy en la edad precisa. Puedo desaparecer en cualquier momento., por eso escapé de Tomville. También porque todo estaba cambiado. No sé cómo explicarlo. El poblado estaba allí, eran las mismas calles y los mismos edificios, pero en el fondo no era así. ¿Usted ha visto una decoración en el teatro? ¿Cosas que parecen reales y no lo son? Esto era la impresión que yo sentía en mi pueblo. Allí tiene el ejemplo de Charlie Hawkes el cartero. Lo conozco desde que nací prácticamente, me llamaba Bud. No es mi nombre, pero siempre me decía Bud. Día a día hasta que un día de repente dejó de llamarme Bud. En realidad ni siquiera me miraba cuando abría el buzón. Recuerdo perfectamente que Charlie era derecho, y al final se volvió zurdo.

¿Qué quiere usted implicar? –analiza el periodista.

“Quiero decir que ese no era Charlie, caminaba como él y hablaba como él, pero no era Charlie. Y lo mismo podía aplicarse a varias personas como la maestra Hélice Dobbs y el fotógrafo del periódico llamado Jean Picker. Quizá yo esté equivocado. Quizá todo lo que veía era producto de mi imaginación y aquellas personas seguían siendo las mismas... quizás...

La voz te interrumpe.

Hay una pausa V Por fin la voz del periodista.

"¿Cuándo dejó el poblado...?"

"Hace dos semanas (esta entrevista se hizo durante las primeras semanas de Diciembre 1977)... me marché cuando fui testigo de un asesinato en la calle. Allí frente al periódico. Un hombre al que conocía de vista llamado Pete... cayó al suelo ensangrentado. Oí los disparos pero no se sabía de donde provenían...”

"¿Vio usted algún asesinato directo...?"

"Sí...Maude Gackson, trabajaba como camionero en una fábrica de cerveza cercana. Sus cinco hijos en edad escolar desaparecieron sin dejar rastros. Edades entre 13 y19. Maude se volvió como loco. Se paraba en todas las esquinas diciendo que su vecino era un extraterrestre...hasta una noche en que arremetió contra la casa de Harold Peterson...este es el nombre del vecino... o era...Maude destrozó el portal y de paso aplastó a Ethel la esposa de Harold. Después tomó una escopeta de dos cañones y le voló los sesos a Harold...esto fue lo último que aguanté.

"Usted cree que los muchachos han sido raptados por extraterrestres...?"

"No sé... antes de marcharme hablé del asunto con el editor del periódico... Angie Benson, éste quedó de acuerdo conmigo en una cosa... si los extraterrestres estuvieran buscando muchachos saludables esos estaban en nuestro pueblo..."

"'¿Por qué...?"

"Tenemos un adecuado programa de salud social. Somos una especie de ejemplo para la comunidad... creo que un programa experimental o algo así... lo cierto es que la comida era la correcta, el ejercicio controlado, inmunización contra enfermedades gratis, exámenes físicos periódicos... todo.

"De nuevo..,¿por qué extraterrestres... ? ¿y que harían con los muchachos... ?"

"No tengo idea."

"¿Vio usted algún platillo volador?"

"No..,pero una noche antes de marcharme decidí subir a los tejados del periódico con Angie. Pensábamos pasar la noche en vela para ver platillos o lo que sea. Poco después de medianoche apareció en la azotea nuestro fotógrafo, Jean Picker, ¿recuerda que le hablé de él...?, bueno...Jean nos miró burlonamente y después Señaló el cielo estrellado. Señores... nos dijo, ésta noche no hay platillos en el cielo. Nos quedamos asombrados. Jean no hablaba de aquella forma... y muchísimo menos nos trataba de señores... ¿entiende?"

Aún faltaba el testimonio más importante de todos. El segundo jefe de la policía en Tomville, Richard Lawes. Este abandonó la fuerza de policía compuesta de 11 hombres tras de presentar su renuncia. Está convencido de que el jefe Bixby es un extraterrestre, o por lo menos que está en contacto directo con ellos.

He aquí su declaración :

"Todo el mundo se marchaba a la cama bien temprano en Tomville. Era parte de ese experimento de salud por parte del Gobierno. Era la noche de Diciembre 5 1977, Me encontraba de patrulla en la perseguidora. Por las afueras de la ciudad. Todo estaba tranquilo y en el cielo la luna brillaba intensamente.

Recuerdo que eran las 12 y 30 porque a la una en punto tenía que llamar al cuartel y reportar.

De repente vi que aquello que parecían estrellas cercanas estaban en movimiento. Era como si cinco de ellas se desprendieran del cielo acercándose a mí. Cinco luces que se tornaron gigantescas según se acercaban a una meseta distante una milla de mi lugar. Cuando llegaron sobre la meseta ví que su color era blanco brillante, Giraban en una especie de círculo gigantesco. Tomé el micrófono y me comuniqué con el cuartel.

"Jefe... no me va a creer, pero a una milla de aquí tengo un platillo volador"- grité.

"Tiene razón Lawes... no le creo una palabra" me contestó en una voz extraña.

Los siguientes cinco minutos los pasé tratando de convencer al jefe de lo que sucedía.

"Lawes, no me moleste más hasta que llegue aquí a las seis de la mañana" me dijo y desconectó el radio.

Esto me puso furioso. Allí frente a mí comenzaba una invasión de la tierra por aquellos objetos y el jefe me tiraba el radio. Inmediatamente me comuniqué con el otro patrullero que se encontraba en el extremo opuesto de Tomville.

"Lonnie (su nombre era Lonnie Smith)... tengo un platillo volador posado en la meseta Suroeste, ¿puedes llegarte hasta acá para que me sirvas de testigo...?" pregunté.

De nuevo aquel extraño, ominoso silencio.

"Estás loco Lawes, no me molestes" y desconectó el radio.

"La frustración casi me hace llorar. Me dieron deseos de sacar la pistola y emprenderla a tiros con aquella cosa que brillaba a intervalos allí sobre la meseta. Era como un inmenso animal que respiraba energía. Su resplandor crecía y disminuía a intervalos... le repito, tal parecía que aquello respiraba" "estaba solo en el mundo contra una invasión y mis compañeros no me hacían caso."

Un silencio...una especie de sollozo...

"...y entonces se iluminó por completo. Era como si hubiesen transformado la noche en día. Se elevó en el aire. Sus luces comenzaron a girar alrededor del disco... cuando estaba a unos quinientos metros de altura... desapareció! Así sencillamente...de repente ya no estaba allí- Las estrellas brillaban en un cielo despejado y claro como un espejo. Y la condenada cosa no estaba allí."

El reportero produce un ruido de admiración y después hace una pregunta :

"¿Tuvo usted otro encuentro con los extraterrestres, si así puede llamársele... ?"

"Si fue cuando dos semanas después de esto patrullaba en el turno de día. Estaba en la esquina de las calles Elm y Market. Frente por frente al colegio de secundaria. Me habían trasladado para el turno de día desde aquel episodio. Ah... se me olvidaba decirle que el jefe Bixby y los otros policías me hacían un silencio. Un vacío en el trabajo. Era como si yo fuera un apestado entre ellos. Y desde aquel día me transfirieron al turno de por la tarde. No me dejaron patrullar más de noche en las afueras. Pues bien...me encontraba contemplando la Salida de los muchachos, cuando aquello aún no desaparecían en grupos totales. Los ví a todos. A eso de las tres y cinco minutos, cuando ya creía que todos se habían marchado arranqué el motor para patrullar otra zona. Pero en eso vi a dos chicas que se quedaron rezagadas, tenían saliendo del colegio...riendo y bromeando... de repente desaparecieron al igual que el platillo. Un instante antes estaban allí y al siguiente no estaban. Me tiré de la perseguidora llamándolas a gritos. Incluso me coloqué en el lugar en que estaban mientras que registraba el aire con los brazos. Varios autos que pasaban se detuvieron mirándome..."

Otra pausa. El sonido de su sorda respiración agitada.

",.-eso para mí fue suficiente. Yo tengo una hija de 15 años llamada Carol. y no estaba dispuesto a que mi hija siguiera el mismo camino...le ordené a mi esposa que empacara y aquella noche me despedí de Tomville quizás para siempre. Antes de partir le envié una carta renuncia a Bixby por correo..,diciéndole en donde había dejado los uniformes y mi arma... eso es todo."

Hasta aquí los testimonios en tapes grabados de aquellos que lograron escapar de Tomville antes dela intervención marcial.

Poco antes de cerrar la edición recibimos un sobre sellado en Tomville.

En el mismo una simple nota firmada por Angie Benson, el editor del periódico local.

A QUIEN PUEDA INTERESAR. LOS NIÑOS DE TOMVILLE ESTÁN SANOS Y SALVOS. EN SU MOMENTO DETERMINADO SERÁN DEVUELTOS A SUS PADRES.

Firmado...Angie Benson.

Le enseñamos la firma a Joe Cavalas que trabajó bajo las órdenes de Angie. El mismo que pasara la noche con el editor en la azotea del periódico buscando platillos voladores en el cielo.

-Es su firma..,estoy seguro- después esconde la cara entre sus manos.

-Dios... ya es uno de ellos... - susurra.

¿Qué pasa en Tomville... ?

Esperamos la respuesta de las autoridades oficiales... y el retorno de los dos mil niños desaparecidos.

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