viernes, 9 de abril de 2010

La dama marrón. El fantasma más famoso de la historia

Raynham Hall y el fantasma de Dorothy

19 de septiembre de 1936, los fotógrafos Indre Shira y Provand, visitan la mansión Raynham Hall, en el condado de Norfolk (Inglaterra), para realizar un reportaje fotográfico de la villa encargado por la revista Country Live. Mientras van realizando tomas de distintos lugares de la mansión bromean sobre las antiguas leyendas que hablan de los fantasmas de ésta casa, sin saber que están a punto de tomar la fotografía paranormal quizás más famosa de la historia.

Poco o ningún interés tenían en cerciorarse si existían o no los fantasmas, como tampoco acudían allí para perseguirlos y dar fe que realmente existían. Como auténticos profesionales, se limitaron a realizar su tarea prioritaria: fotografiar tanto los exteriores como los interiores de Raynham Hall para la revista “Country Life”, centrándose en el interés arquitectónico e interiorista de la mansión del siglo XVII.


Hacia las 16h00, se encontraban ambos terminando la ronda fotográfica de los pisos superiores, fijándose en la emblemática y majestuosa escalera de roble que unía la planta baja a la planta noble. El Capitán Provand se preparaba para hacer la foto con la cámara junto con Indra Shira, sosteniendo éste el flash con el brazo alzado, en el último escalón inferior del tramo. De pronto, Shira se sobresaltó:
-¡Dios mío! Provand…. ¡allí hay algo!
Provand no lo entendió y pensó que hablaba de la belleza de aquella escalera y, haciendo caso omiso a la advertencia, colocó el ángulo de tiro listo para el disparo.
Shira afirmaría posteriormente haber visto una forma etérea bajar por aquella suntuosa escalera de roble, dirigiéndose hacia ellos; pensó, de buenas a primeras, que se debía tratar de alguna broma pesada, pero aquello no podía ser, teniendo en cuenta el inmenso respeto que se tenía a la leyenda de los fantasmas de Raynham Hall.
Aseguraría que aquella forma etérea flotaba a escasos centímetros de los escalones y que se dirigió hacia ellos, convenciéndose de que aquello no podía ser otra cosa que un espíritu…


Por reflejo profesional, Shira apretó el obturador del flash cuando aquel espíritu flotante estaba a mitad de camino de ellos, y luego le entró la risa nerviosa. Provand sacó la cabeza de debajo del manto de la cámara para mirar a su alrededor, y se extrañó de que Shira hubiese disparado el flash sin esperar a su señal. Provand no había visto nada de nada en el objetivo de la cámara… nada más que la escalera.
-¡No lo creerás, Provand, pero en la cámara tienes la fotografía del fantasma de Raynham Hall! espetó Shira, sin dejar de reirse nerviosamente.
Provand se convenció que su socio había momentáneamente perdido la cabeza por culpa del silencio y del lúgubre ambiente del caserón. Pero una vez en el coche y de vuelta a Londres, Shira le apostó cinco libras de que, cuando se revelase la foto, no solo se vería la escalera.
Para acabar con la tontería de su socio, Provand no esperó al día siguiente para ir al laboratorio. Decidieron ambos abrir las oficinas, aún pasada la hora del cierre, y revelar las placas para así dar por terminada la apuesta y embolsarse las 5 libras de Shira.
Shira buscó a una tercera persona, un testigo presencial para que viera con sus propios ojos la evolución del revelado. Echaron mano de un contable que, en ese momento, iba a marcharse; mediante un par de libras e insistentes ruegos, el contable aceptó el papel de testigo y contempló cómo la placa era colocada en la solución fijadora directamente desde la cámara.
El contable en cuestión aseguraría posteriormente: “Si no hubiese visto toda la operación desde un principio, jamás lo hubiera creído!”
Ante los asombrados ojos de los tres hombres, fue apareciendo lentamente la escalera de Raynham Hall y… en la misma fotografía, una figura alta, etérea de una mujer vestida con ropas blancas y largas, sin facciones discernibles, aunque se podía apreciar que era una fémina de unos treinta años. Sus ropajes parecían ser un manto nupcial y una especie de capucha en la cabeza.
La famosa fotografía, junto con la narración de los hechos protagonizados por Shira y Provand, fue publicada el 6 de diciembre de 1936 en el “Country Life”, y poco después en la revista norteamericana “Reader’s Digest”, no sin antes ser debidamente examinada por expertos, quienes aseguraron que la fotografía no había sido manipulada y que, por tanto, no se trataba de un fraude.

Subsistía, sin embargo, una pregunta inquietante: ¿Quién era el fantasma que bajaba por aquella espléndida escalera de roble?
El espectro que pudieron observar los fotógrafos presuntamente correspondería a la señora Dorothy Walpole, hermana de sir Robert Walpole, considerado primer ministro de Inglaterra, que nació en 1686 y falleció en 1726.
Tras la muerte de Dorothy comenzaron a sucederse incidentes de naturaleza inexplicable en la mansión inglesa. Dueño y empleados de la villa, como el señor Tosland, Loftus o Harway, vivieron aterrados ante las apariciones de una joven. Una situación que llegó a provocar varias investigaciones policiales.
En los atestados que se realizaron tras las pesquisas quedaron registrados los testimonios. Descripciones que siempre coincidían en la vestimenta que portaba el espectro: ropas de tonalidades marrones. Y lo que es más sorprendente: todos los testigos afirmaban que se traba de Dorothy Walpole.
Durante el pasado siglo las apariciones de la “dama marrón” de Raynham Hall han disminuido, pero a pesar de ello los fenómenos continúan sucediéndose: extraños acontecimientos que tienen como aval la fotografía fantasmal más popular de la parapsicología y en la que a día de hoy, ningún análisis ha podido detectar fraude alguno.

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