martes, 17 de agosto de 2010

El materializador de espíritus

A los trece años, Carlos Mirabelli comenzó a darse cuenta que no era una persona normal cuando, trabajando como dependiente en una zapatería, una compradora entró al establecimiento reclamando que los zapatos que le habían dado no correspondían al número ni al modelo requerido, pidiéndole a Carlos que enmendara el error.

En ese instante la mente de Carlos dibujó el estante y la caja deseada, y acto seguido apareció entre sus manos. A partir de ese día, las materializaciones y levitaciones de objetos inanimados se hicieron cosa de todos los días en el establecimiento.

Al enterarse el dueño de la zapatería, y aludiendo a la tranquilidad que debía reinar en el centro de trabajo, le comunicó a los padres de Carlos los extraños poderes que su hijo poseía. Los padres, más por miedo que por curiosidad, optaron por internarlo en un centro psiquiátrico para que lo sometieran a diferentes observaciones.

Sin embargo, apenas una semana después, los médicos diagnosticaron que no padecía ninguna enfermedad patológica ni siquiátrica, recomendándole a los padres acudir a la recién creada Academia de Estudios Psychicos “Cesare Lombroso”, que no era sino un grupo de científicos heterodoxos dedicados a la investigación de los fenómenos síquicos.

Los científicos no tardaron en darse cuenta que Mirabelli poseía asombrosas facultades, como la telepatía, telequinesis, materializaciones, levitaciones, todo un repertorio de aptitudes inusuales.

Los resultados de los estudios

En 1926, la citada academia publicó un esclarecedor informe con las conclusiones obtenidas luego de las 392 sesiones a las que fue sometido Carlos Mirabelli.

Según este informe, el primer grupo (médico) realizó 189 experimentos positivos; el segundo (escritura automática) 85 positivos y 8 negativos; con el tercero (fenómenos físicos) 63 experimentos positivos y 47 negativos.

Además, dice el informe, Carlos Mirabelli habló en 26 lenguas diferentes, incluidos siete dialectos; escribió en 28 lenguas, entre ellas, tres lenguas muertas, sobre todo en latín, caldeo y jeroglíficos. De los 63 experimentos físicos, 40 se hicieron a la luz del día y 23 con luz artificial.

Para evitar cualquier tipo de suspicacias, este grupo de científicos realizó sus estudios bajo estrictas medidas de control. Uno de los relatos incluidos en el informe menciona que Mirabelli ingresaba en un cuarto, donde se desnudaba por completo y los científicos revisaban todas sus vestiduras, así como todas las cavidades de su cuerpo.

Luego, sin quitarle la vigilancia, retornaba a la sala de pruebas, se sentaba en un sillón y le ataban los pies y las manos.

Experimentos ante científicos

El informe también recoge la experiencia de los científicos cuando Mirabelli entra en trance. El doctor Stanislaus Grumbbitsh comprobó que el pulso de Mirabelli se había reducido a la mitad y que su temperatura corporal descendía rápidamente a 36°.

Más de 50 observadores se encontraban presenciando la escena. De un momento a otro una forma difuminada surge de la pared y comienza a pasearse por toda la habitación y, con igual rapidez, esta difuminación toma la forma de un ser humano.

La extraña presencia era una mujer que portaba un delicado velo y no pisaba el suelo. Lentamente la entidad se aproximó a un micrófono colocado previamente por los científicos, y con voz jadeante dijo: “¿No me conocéis?”.

A los pocos minutos la enigmática figura se evaporó, mientras lentamente Mirabelli, cubierto de sudor, regresaba de su sueño. El informe de la Academia declara que la materialización correspondía a la hija del doctor Ganymedes de Souza, quien había fallecido semanas antes.

El 29 de abril de 1951, cuando Carlos Mirabelli se disponía a cruzar la calle, en la misma puerta de su casa, fue atropellado por un conductor imprudente. Falleció inmediatamente, dejando tras de sí una aureola de honestidad y misterio, siendo recordado como uno de los dotados síquicos más notorios del siglo XX.




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