El investigador norteamericano Nick Redfern acaba de proponer una nueva teoría para explicar el controvertido episodio ocurrido en Roswell en 1947. De acuerdo al trabajo realizado por este estudioso, lo sucedido aquel día sobre los cielos de Nuevo México (Estados Unidos) fue la nefasta consecuencia de un ejercicio experimental del Ejército del Aire de los Estados Unidos (USAF) destinado a mejorar sus capacidades bélicas en plena Guerra Fría.
Experimental tripulada por presos japoneses que fueron utilizados como conejillos de indias por parte de los militares norteamericanos. La crueldad del ensayo –así como las características tecnológicas de la nave siniestrada– habrían sido la causa por la cual se ha mantenido el secreto durante tantos años.
Redfern es uno de los investigadores más activos del panorama mundial. Una de sus obsesiones siempre fue el acontecimiento ocurrido en Roswell el 4 de julio de 1947, cuando un artefacto de origen desconocido estalló en el aire precipitándose sobre el rancho de la familia McBrazel. Los restos del objeto fueron recogidos por oficiales de la Base Aérea de Roswell, que en la tarde del 7 de julio emitieron una nota de prensa confirmando que la USAF había recuperado los restos de un “platillo volante”. Sin embargo, horas después, los propios oficiales desmintieron las primeras afirmaciones y aseguraron que aquellas sospechosas piezas de metal pertenecían a un globo de tipo meteorológico.
Pero ni los desmentidos oficiales ni el tiempo redujeron el impacto de aquel suceso. Y es que lo ocurrido aquel día fue mucho más allá, puesto que además de lo acontecido en el citado rancho, decenas de testigos presenciaron la recuperación por parte de los militares de los restos de un artefacto discoidal estrellado en las inmediaciones de la localidad vecina de Corona. Según aquellos testimonios, durante el proceso de recuperación se pudieron capturar varios supuestos tripulantes sin vida. Por supuesto, toda la maniobra fue desarrollada en el más absoluto de los secretos…
¿Muñecos de pruebas?
Lo relativo a Roswell cobró nuevo brío a comienzos de los años ochenta, gracias a la publicación del libro El Incidente, de Charles Berlizt y William Moore. Y es que, en realidad, durante más de tres décadas la información sobre el asunto se había contenido de cara a la opinión pública. Posteriormente, llegaron investigaciones mucho más completas, como las realizadas por Kevin Randle y Don Schmitt, que lograron recuperar más de 200 testimonios que confirmaban la captura del extraño artefacto y sus presuntos ocupantes. Ellos y otros estudiosos demostraron que, sin género alguno de duda, algo se había estrellado en Nuevo México aquel día. Sólo faltaba averiguar qué tipo de objeto fue y cuál era su naturaleza y origen. Tal fue el impacto mediático de las nuevas investigaciones que Roswell se convirtió en una meca turística, se abrieron museos dedicados al “incidente” y los enclaves en los que se produjeron los hechos de 1947 pasaron a ser visita obligada para las decenas de miles de visitantes de la ciudad. Incluso uno de los pilares argumetales de la serie Expediente X orbitaba alrededor de lo ocurrido allí.
Finalmente, entre 1995 y 1997, las autoridades norteamericanas tuvieron que intervenir, admitiendo la realidad del suceso pero proporcionando una versión oficial, según la cual, el objeto estrellado era un globo militar y los tripulantes muñecos de pruebas –los llamados crash test dummies– lanzados desde las alturas para comprobar los efectos de una caída libre. Que el globo tipo Mogul al que se atribuyó el equívoco fuera lanzado un mes antes del suceso y los muñecos diez años después no hizo sino incrementar las sospechas de que el Gobierno intentaba esquivar la verdadera naturaleza de lo que capturaron allí. Más aún cuando las Fuerzas Aéreas sugirieron que la memoria de los testigos del suceso respecto a las fechas pudo ser la causa del error…
Aunque con anterioridad ya se habían propuesto numerosas hipótesis en las cuales se atribuía el origen de la nave de Roswell a un experimento militar, Nick Redfern incide en la misma línea pero sostiene su trabajo sobre una serie de fuentes anónimas que asegura poseen información concreta al respecto. De acuerdo a esas revelaciones, tras el final de la II Guerra Mundial, Estados Unidos decidió seguir trabajando en mejorar su potencial bélico ante posibles conflictos posteriores. Se hizo, por ejemplo, como consecuencia del proyecto Paper Clip, que consistió en “importar” científicos alemanes que había trabajado bajo órdenes nazis. Al mismo tiempo, los soviéticos hicieron algo parecido, importando el trabajo efectuado por los hermanos Horten, que habían diseñado varios artefactos aéreos con forma de “platillo volante”. Se asegura –si bien nunca ha podido demostrarse– que los rusos fabricaron hasta 1.800 naves basadas en los modelos alemanes.
Un experimento secreto de la USAF
Sin embargo, Redfern va más allá y sostiene que los norteamericanos también lograron perfeccionar esa tecnología. De hecho, se señala que uno de los cazas diseñados por los Horten –el modelo llamado Parabola– habría sido “vendido” a la USAF para su desarrollo. De hecho, en más de una ocasión se había señalado el parecido de este modelo a los nueve "platillos volantes" observados por el piloto Kenneth Arnold el 24 de junio de 1947, el caso que está considerado como el primero de la era moderna de los OVNIs y que aconteció sólo unos días antes del evento de Roswell, cuando se desató en todo el terrotorio norteamericano una intensa oleada de avistamientos de este tipo de “no identificados”. Precisamente, según la tesis propuesta por Redfern en su libro Ladrones de cuerpos en el desierto, el artefacto con forma de ala volante capturado por un destacamento militar en las proximidades de Roswell con tripulantes sería precisamente un modelo desarrollado a partir de este.
Experimental tripulada por presos japoneses que fueron utilizados como conejillos de indias por parte de los militares norteamericanos. La crueldad del ensayo –así como las características tecnológicas de la nave siniestrada– habrían sido la causa por la cual se ha mantenido el secreto durante tantos años.
Redfern es uno de los investigadores más activos del panorama mundial. Una de sus obsesiones siempre fue el acontecimiento ocurrido en Roswell el 4 de julio de 1947, cuando un artefacto de origen desconocido estalló en el aire precipitándose sobre el rancho de la familia McBrazel. Los restos del objeto fueron recogidos por oficiales de la Base Aérea de Roswell, que en la tarde del 7 de julio emitieron una nota de prensa confirmando que la USAF había recuperado los restos de un “platillo volante”. Sin embargo, horas después, los propios oficiales desmintieron las primeras afirmaciones y aseguraron que aquellas sospechosas piezas de metal pertenecían a un globo de tipo meteorológico.
Pero ni los desmentidos oficiales ni el tiempo redujeron el impacto de aquel suceso. Y es que lo ocurrido aquel día fue mucho más allá, puesto que además de lo acontecido en el citado rancho, decenas de testigos presenciaron la recuperación por parte de los militares de los restos de un artefacto discoidal estrellado en las inmediaciones de la localidad vecina de Corona. Según aquellos testimonios, durante el proceso de recuperación se pudieron capturar varios supuestos tripulantes sin vida. Por supuesto, toda la maniobra fue desarrollada en el más absoluto de los secretos…
¿Muñecos de pruebas?
Lo relativo a Roswell cobró nuevo brío a comienzos de los años ochenta, gracias a la publicación del libro El Incidente, de Charles Berlizt y William Moore. Y es que, en realidad, durante más de tres décadas la información sobre el asunto se había contenido de cara a la opinión pública. Posteriormente, llegaron investigaciones mucho más completas, como las realizadas por Kevin Randle y Don Schmitt, que lograron recuperar más de 200 testimonios que confirmaban la captura del extraño artefacto y sus presuntos ocupantes. Ellos y otros estudiosos demostraron que, sin género alguno de duda, algo se había estrellado en Nuevo México aquel día. Sólo faltaba averiguar qué tipo de objeto fue y cuál era su naturaleza y origen. Tal fue el impacto mediático de las nuevas investigaciones que Roswell se convirtió en una meca turística, se abrieron museos dedicados al “incidente” y los enclaves en los que se produjeron los hechos de 1947 pasaron a ser visita obligada para las decenas de miles de visitantes de la ciudad. Incluso uno de los pilares argumetales de la serie Expediente X orbitaba alrededor de lo ocurrido allí.
Finalmente, entre 1995 y 1997, las autoridades norteamericanas tuvieron que intervenir, admitiendo la realidad del suceso pero proporcionando una versión oficial, según la cual, el objeto estrellado era un globo militar y los tripulantes muñecos de pruebas –los llamados crash test dummies– lanzados desde las alturas para comprobar los efectos de una caída libre. Que el globo tipo Mogul al que se atribuyó el equívoco fuera lanzado un mes antes del suceso y los muñecos diez años después no hizo sino incrementar las sospechas de que el Gobierno intentaba esquivar la verdadera naturaleza de lo que capturaron allí. Más aún cuando las Fuerzas Aéreas sugirieron que la memoria de los testigos del suceso respecto a las fechas pudo ser la causa del error…
Aunque con anterioridad ya se habían propuesto numerosas hipótesis en las cuales se atribuía el origen de la nave de Roswell a un experimento militar, Nick Redfern incide en la misma línea pero sostiene su trabajo sobre una serie de fuentes anónimas que asegura poseen información concreta al respecto. De acuerdo a esas revelaciones, tras el final de la II Guerra Mundial, Estados Unidos decidió seguir trabajando en mejorar su potencial bélico ante posibles conflictos posteriores. Se hizo, por ejemplo, como consecuencia del proyecto Paper Clip, que consistió en “importar” científicos alemanes que había trabajado bajo órdenes nazis. Al mismo tiempo, los soviéticos hicieron algo parecido, importando el trabajo efectuado por los hermanos Horten, que habían diseñado varios artefactos aéreos con forma de “platillo volante”. Se asegura –si bien nunca ha podido demostrarse– que los rusos fabricaron hasta 1.800 naves basadas en los modelos alemanes.
Un experimento secreto de la USAF
Sin embargo, Redfern va más allá y sostiene que los norteamericanos también lograron perfeccionar esa tecnología. De hecho, se señala que uno de los cazas diseñados por los Horten –el modelo llamado Parabola– habría sido “vendido” a la USAF para su desarrollo. De hecho, en más de una ocasión se había señalado el parecido de este modelo a los nueve "platillos volantes" observados por el piloto Kenneth Arnold el 24 de junio de 1947, el caso que está considerado como el primero de la era moderna de los OVNIs y que aconteció sólo unos días antes del evento de Roswell, cuando se desató en todo el terrotorio norteamericano una intensa oleada de avistamientos de este tipo de “no identificados”. Precisamente, según la tesis propuesta por Redfern en su libro Ladrones de cuerpos en el desierto, el artefacto con forma de ala volante capturado por un destacamento militar en las proximidades de Roswell con tripulantes sería precisamente un modelo desarrollado a partir de este.
El problema es que Redfern se atreve a afirmar que los ocupantes del artefacto eran conejillos de indias humanos: soldados japoneses capturados por Estados Unidos a finales de la guerra, razón por la cual algunos testigos los asociaron con humanoides de aspecto oriental. También asegura que la USAF había perfeccionado una de las armas que el Imperio del Sol utilizó contra sus enemigos: los globos-bomba fugo. Precisamente, uno de esos artefactos habría impactado contra la aeronave secreta. Según Redfern, los restos de este globo serían los que se encontraron en el rancho de los McBrazel.
Criticas a la nueva hipótesis
Uno de los investigadores que ha puesto serias objeciones a esta nueva hipótesis es Kevin Randle –el investigador que quizá más sabe del caso Roswell; ex militar y oficial de inteligencia para más señas–, quien en el número de septiembre 2005 de la revista FATE explica que parece improbable que los restos hallados correspondan a un globo de estas características. "La textura de los restos encontrados, descritos por los testigos a los que entrevisté como metálicos, muy finos y, a la vez, extraordinariamente resistentes, no coincide con lo que sería de esperar en los materiales de un globo de estas características", explica el estudioso. "Además, no tiene sentido que los norteamericanos hubieran perfeccionado los globos japoneses fugo, puesto que tenían un valor bélico ridículo en comparación con los misiles que ya disponía Estados Unidos", recuerda el investigador español Carlos Canales. Por otra parte, Randle señala que no existen pruebas de ningún tipo que justifique la sospecha de que en Estados Unidos se hubieran desarrollado los proyectos de los hermanos Horten. Pero claro, el secretismo de las pruebas experimentales que se estaban realizando es la causa de que la USAF hubiera silenciado desde el primer momento lo ocurrido.
Criticas a la nueva hipótesis
Uno de los investigadores que ha puesto serias objeciones a esta nueva hipótesis es Kevin Randle –el investigador que quizá más sabe del caso Roswell; ex militar y oficial de inteligencia para más señas–, quien en el número de septiembre 2005 de la revista FATE explica que parece improbable que los restos hallados correspondan a un globo de estas características. "La textura de los restos encontrados, descritos por los testigos a los que entrevisté como metálicos, muy finos y, a la vez, extraordinariamente resistentes, no coincide con lo que sería de esperar en los materiales de un globo de estas características", explica el estudioso. "Además, no tiene sentido que los norteamericanos hubieran perfeccionado los globos japoneses fugo, puesto que tenían un valor bélico ridículo en comparación con los misiles que ya disponía Estados Unidos", recuerda el investigador español Carlos Canales. Por otra parte, Randle señala que no existen pruebas de ningún tipo que justifique la sospecha de que en Estados Unidos se hubieran desarrollado los proyectos de los hermanos Horten. Pero claro, el secretismo de las pruebas experimentales que se estaban realizando es la causa de que la USAF hubiera silenciado desde el primer momento lo ocurrido.
Un articulo realmente interesante, lastima que su contenido no tenga ningun fundamento o validez documental. Como poco para afirmar una teoria debes tener "Pruebas" no conjeturas o especulaciones. Los Ufologos jamas han aportado prueba alguna de ningun tipo (Salvo innumerables pruebas falsas) para asegurar que el OVNI de Roswell es un caso real. Te invito a darte una vuelta por http://informaniaticos.blogspot.com donde este bloger nos promete dar muy pronto las claves del caso y la oportunidad de sacar nuestras propias conclusiones con su nuevo libro.
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