domingo, 23 de diciembre de 2012

Un repaso por las profecías fallidas del fin del mundo



A lo largo de la historia, muchos fueron los que anunciaron que el final de una era llegaba, en base a cálculos matemáticos y supuestas revelaciones bíblicas. Aquí, el listado 

Cada cierto tiempo, un "elegido" aparece con la revelación sobre la fecha en que ocurrirá el fin del mundo, basándose en especulaciones sobre los diferentes textos de la Biblia o cálculos matemáticos, o incluso anunciando el nacimiento de un Anticristo y el año en que su poder caerá sobre toda la humanidad. 

Las predicciones apocalípticas fallidas son documentadas a lo largo del tiempo por los diferentes escritos realizados por esas mismas personas o sus "obedecidos".Aquí, un listado de las profecías más famosas y que lograron ser documentadas. 

Año 90: A menos del 100 años del nacimiento de Cristo, el Papa Clemente I, elegido en el año 88 y fallecido en el 97, profetizó que el fin del mundo sucedería en cualquier momento de ese año. 

Año 365: El obispo y escritor francés Hilario de Poitiers, pronosticó ese año como el del fin del mundo, ya que alegaba que el último emperador (Constancio II), que lo había desterrado de Frigia, era el anticristo, y el responsable del final que se acercaba. 




Año 400: El obispo San Martín de Tours desde el año 375 comienza a predicar que el fin del mundo llegaría en el 400. Su escrito aseguraba: “No hay dudas de que el anticristo ya nació. Firmemente establecido ya en sus primeros años, después de alcanzar la madurez, alcanzará el poder supremo”. Sus cálculos aseguraban que a los 25 años, el anticristo se adueñaría del mundo y lo destruiría. 

Año 999: La inminente llegada del año 1000 provoca una histeria colectiva, que lleva incluso a iniciar guerras contra los paganos del Norte de Europa para “convertirlos” antes de la “Segunda venida”. Miles de personas vendieron sus propiedades y descuidaron sus plantaciones para peregrinar a Jerusalén, a la espera de la llegada del Mesías. 

Año 1260: El monje italiano Joaquín de Fiore, que vivió entre los años 1135 y 1202, había asegurado que el fin del mundo estaba previsto para este año. Su cálculo para el fin del mundo rezaba que eran 30 generaciones que pasaban antes del fin de la era, y teniendo en cuenta que 42 años es la edad promedio de una persona, al multiplicar 30 por 42 el resultado era 1260. Tras su muerte, sus seguidores, denominados “Joaquinitas” formaron un movimiento que avalaba esa teoría, aunque al no pasar nada ese año, aplazaron el fin del mundo un año más, hasta el 1290, aduciendo que faltaba una generación. 

Año 1284: El Papa Inocencio III, que vivió entre los años 1161 y 1216, aseguró que el fin del mundo estaba previsto para 666 años después de la fundación del Islam, por lo que la suma de esas cifras le daba ese año. 

Año 1496: Según los místicos del Siglo XV, teniendo en cuenta que el nacimiento de Cristo se produjo en realidad en el año 4aC, en ese año se estaba viviendo el 1500 después de su nacimiento, lo que llevaba a que el fin de la era antigua llegue en ese momento. 

Año 1666: Teniendo en cuenta que esta fecha es la suma del milenio más el Número de la Bestia, y los diferentes conflictos que se sucedían en Inglaterra, todo hacía prever que el fin del mundo llegaba. Incluso, el Gran Incendio de Londres que ocurrió ese año ayudó a acrecentar los rumores y teorías. 

Año 1669: Los Antiguos Creyentes de Rusia estaban convencidos de que el fin del mundo sucedería ese año, lo que llevó a que 20.000 de ellos se inmolaran quemándose, para protegerse de la inminente llegada del supuesto anticristo. 

Años 1843-1844: William Miller, líder del denominado Movimiento Millerita, predijo basado en un minucioso cálculo, que la segunda venida de Cristo se produciría entre el 21 de marzo de 1843 y el 21 de marzo de 1844, año durante el cual reunió a miles de devotos, a la espera de su llegada. Tras el fracaso de la profecía, se aseguró que el 22 de octubre de 1844 era la fecha en realidad. Para ese día, reunió a todos sus seguidores en una colina, y tras el fracaso, el hecho es recordado como “La gran decepción”. 

Año 1981: En el año 1835, Joseph Smith, fundador de la Iglesia Mormona, aseguró que la segunda vanida tendría lugar pasados los 56 años, lo que daba como resultado ese año. 

Año 1914: Los Testigos de Jehová creyeron que cada uno de los “siete templos” mencionados en el libro bíblico de Daniel era de 360 días, lo que totalizaba 2520 días. Ellos interpretaron esto como representativo de 2520 años, comenzando en el año 607 aC, lo que fija como meta el año 1914, más precisamente el día 1 de octubre. De hecho, consideraron la Primera Guerra Mundial como la batalla del Armagedón. Luego de ese año y que nada pasara, la revista Watchtower predijo que el año final del mundo sería 1915, 1918, 1920, 1925, 1941, 1975, y por último 1994. No, ninguna se cumplió. 

Año 1919: El reconocido meteorólogo italiano Alberto Porta, residente en San Francisco, aseguró que para esa fecha una conjunción de seis planetas causaría una corriente magnética tal que “penetraría el sol, causando grandes explosiones de llamas de gas, que finalmente terminarán con la Tierra”. El terror comenzó a expandirse hacia otros países, y muchas personas fueron las que se suicidaron antes de que tal catástrofe llegue. 

Año 1987: Leland Jensen, líder de la secta bahá’í, profetizó que el cometa Halley sería desviado a la órbita de la Tierra el 29 de abril del 1986, y los pedazos del cometa cubrirían la Tierra durante un año. La fuerza de la gravedad del cometa podría causar grandes terremotos, y el 29 de abril de 1987 el cometa se estrellaría contra la Tierra causando una destrucción generalizada. 

Año 1999: Varias son las teorías que afirmaban que en ese año el fin del mundo llegaría. Desde las publicaciones de los Testigos de Jehová hasta el lingüista Charles Berlitz, quien predijo una devastación nuclear, el impacto de un asteroide o incluso el cambio de polos. Según una publicación astrológica que circulaba en la India, el mundo desaparecería por una serie de graves desastres naturales el 8 de mayo, predicción que llevó a que una importante cantidad de indios entraran en pánico. 
Además, los miembros de la secta denominada Iglesia Stella Maris, de Colombia, se reunieron en Sierra Nevada asegurando que el fin del semana del 3-4 de julio de ese año pasarían a ser recogidos por un OVNI que los salvaría del fin del mundo. Sin embargo, el fin del mundo no llegó, pero los más de 30 integrantes de ese culto desaparecieron sin dejar rastros. 

Año 2000: Según el arqueólogo Richard W. Noone en su libro 5/5/2000Ice: The Ultimate Disaster, una acumulación de exceso de hielo en la Antártida es la causante de un desequilibrio en la tierra. Ese desequilibrio cambiaría los polos, que podría causar el envío de miles de millones de toneladas de hielo a las cascadas de todos los continentes. 

Año 2001: La Academia de Ciencias Unarius, fundada en 1954, aseguró que a fines de este año los “hermanos del espacio” enviarían OVNIs a la zona de El Cajón, California, para la inauguración de una nueva era. Sin embargo, en enero de 2002, al ser consultados respecto del error de su profecía, adujeron: "Los Hermanos de espacio no aterrizaron porque nosotros, el pueblo de la Tierra, no estamos dispuestos a aceptar los pueblos avanzados de otro planeta". 

Año 2003: Este año llegaría el fin del mundo, más precisamente el 5 de mayo, según lo que aseguraba Nuwaubians, un culto a Georgia dirigido por el Dr. Malachi Z. York, que dice ser la encarnación de Dios y un nativo del planeta Rizq, que incluso fue entrevistado por la revista Time en julio de 1999. 

Año 2007: Utilizando la numerología, donde mezcló profecías bíblicas, el Y2K, los códigos de la Biblia y la astrología, Thomas Chase confirmó que el Armagedón ocurriría en agosto de este año.

Año 2012: Harold Camping, locutor de radio cristiana estadounidense predijo que el 21 de mayo de 2011 ocurriría el retorno de Jesús, que los elegidos volarian hasta el cielo, y luego seguirían cinco meses de fuego, azufre y plagas, con millones de personas muriendo cada día, que culminarían el 21 de octubre de 2011, con el fin del mundo... pero como era de esperarse no pasó nada.

viernes, 14 de diciembre de 2012

El laberinto de la muerte del Dr. Holmes



El 1° de mayo de 1893 se inauguró en Chicago la Exposición Universal, que debía reflejar el gigantesco progreso de la humanidad en las industrias y en las ciencias. Era la edad de la seguridad. Y del optimismo. Por esos días, abrió sus puertas en la ciudad de los vientos un fastuoso hotel. La obra fue proyectada por un tal Campbell y realizada bajo la dirección de un tal doctor Holmes. Ambos tenían un rasgo común: no existían. Habían sido creados por un tal Herman Webster Mudgett, quien recurrió a ese arbitrio para estafar a albañiles y proveedores de materiales de construcción y equipamiento del suntuoso establecimiento.

Si el aspecto exterior del edificio era por lo menos extraño, su interior era inquietante: toda su estructura estaba horadada por pasadizos secretos, trampas, espejos que permitían ver cuanto acontecía en las habitaciones, y hasta cañerías de gas colocadas debajo del parquet, que se accionaban desde el subsuelo y hacían posible que los huéspedes pasasen involuntariamente del sueño diario al sueño eterno.

Si los clientes hubiesen tenido oportunidad de echar un vistazo a los sótanos, seguramente se habrían marchado sin detenerse a recoger sus equipajes. Porque hubiesen descubierto un horno crematorio, una tinaja con ácido sulfúrico, una mesa de disección anatómica, con decenas de bisturíes, sierras y otras herramientas relativamente afines con la industria hotelera. Si nadie se preocupaba por las desapariciones, menos intriga despertaban las cartas falsificadas que enviaba a los familiares de sus huéspedes para que sus familiares o socios les girasen más fondos, porque lo estaban pasando bomba.

Con, probablemente, unas doscientas muertes sobre la conciencia, este Barba Azul sádico y obseso sexual puede considerarse, en la lista de premios de los grandes criminales, como una especie de “recordman” en todas las categorías. Su mansión del suburbio de Englewood en Chicago -el Holmes Castle- es aún hoy la casa de matar más sofisticada de toda la historia de la criminología.





El Dr. Holmes, cuyo verdadero nombre era Herman Webster Mudgett, nació en 1860 en Gilmanton, en una honrada y muy puritana familia de New Hampshire. Muy pronto manifestó hacia las mujeres -y sobre todo hacia las mujeres de fortuna- el interés poco corriente que iba a hacer de él un auténtico donjuán del crimen. A los dieciocho años, se casó con una rica joven llamada Clara Louering. Para pagar sus estudios de medicina, la arruinó, y después, una vez obtenidos con lustre sus diplomas en la Universidad de Michigan, la abandonó para irse a vivir con una guapa viuda que se complació en subvenir a sus necesidades gracias a las rentas de su respetable casa de huéspedes. Siendo ya médico, dejó sin pena a aquella segunda conquista, ejerció durante un año en el estado de Nueva York y fue después a establecerse en Chicago.

Alto, guapo, con aire distinguido, siempre elegantemente vestido, Mudgett tenía innumerables éxitos amorosos. Al llegar a su nueva ciudad no tardó en seducir a una joven encantadora (y casualmente millonaria) llamada Myrta Belknap. Para vencer las reticencias que la virtuosa señorita le oponía, tomó el nombre de Holmes, se casó con ella y, gracias a unas falsificaciones de escrituras, se apresuró a estafar 5,000 dólares a su familia política para hacerse construir, en Wilmette, una casa suntuosa.

Consiguió entonces, en las afueras de Englewood, la gerencia de una farmacia propiedad de una viuda excesivamente ingenua, de quien se hizo a la vez su amante y hombre de confianza. A base de falsificaciones de contabilidad y de malversaciones de fondos, logró hacerse dueño de la totalidad de los bienes de la desgraciada, después la hizo “desaparecer” y puso en obra su gran proyecto.

Para construir su castillo el Dr. Holmes recurrió a varias empresas. Estas nunca eran pagadas e interrumpían pronto sus obras. De esa manera, el propietario era el único en conocer detalladamente un edificio cuyo extraño arreglo habría podido suscitar la curiosidad.



La exposición de 1893 se estaba preparando y debía atraer a Chicago una muchedumbre considerable, entre la cual habría, por supuesto, multitud de mujeres guapas, ricas y solas. Ingeniosamente, Holmes decidió por lo tanto aprovechar aquella situación. Gracias a una serie de hábiles estafas adquirió un terreno y emprendió la construcción de un enorme hotel con aspecto de fortaleza medieval, cuya disposición interior concibió él mismo. Cada una de las habitaciones de aquel extraño inmueble estaba provista de trampas y de puertas correderas que daban a un laberinto inextricable de pasillos secretos desde los cuales, por unas ventanillas visuales disimuladas en las paredes, el doctor podía observar a escondidas el vaivén de sus clientes y sobre todo de sus clientas.

Disimulada bajo el entarimado, una instalación eléctrica perfeccionada le permitía por otra parte seguir en un panel indicador instalado en su despacho el menor desplazamiento de sus futuras víctimas. Con sólo abrir unos grifos de gas, podía finalmente, sin desplazarse, asfixiar a los ocupantes de unas cuantas habitaciones.

Un montacargas y dos “toboganes” servían para hacer bajar los cadáveres a una bodega ingeniosamente instalada, donde eran, según los casos, disueltos en una cubeta de ácido sulfúrico, reducidos a polvo en un incinerador o simplemente hundidos en una cuba llena de cal viva. En una habitación, bautizada como “el calabozo”, estaba instalado un impresionante arsenal de instrumentos de tortura. Entre las máquinas sádicas instaladas por el ingenioso doctor, una de ellas llamó particularmente la atención de los periodistas. Era un autómata que permitía cosquillear la planta de los pies de las víctimas hasta hacerles literalmente morir de risa.

El Holmes Castle fue terminado en 1892 y la exposición de Chicago abrió sus puertas el 1 de mayo de 1893. Durante los seis meses que duró, la fábrica de matar del Dr. Holmes no se desocupó. El verdugo escogía a sus “clientas” con mucha precaución. Tenían que ser ricas, jóvenes, guapas, estar solas y, para evitar las visitas inoportunas de amigos o familiares, su domicilio tenía que estar situado en un estado lo más alejado posible de Chicago.

¿Cuántas mujeres fueron violadas, torturadas y asesinadas en el castillo del Dr. Holmes? La cifra de doscientas es una aproximación verosímil. Seguramente por modestia, Holmes sólo confesó veintisiete, lo cual sería bien poco si se toma en cuenta la importancia de las instalaciones que había colocado.

Alicia y Howard Pitizel niños asesinados para cobrar el seguro de vida de su padre.

Los últimos crímenes.
Con el final de la Exposición, las rentas del hotel acusaron una caída brutal, y Holmes se encontró pronto corto de dinero. El medio más sencillo que imaginó para procurarse ingresos fue incendiar el último piso de su inmueble y reclamar a su asegurador una prima de 60,000 dólares, sin pensar un instante que la compañía podría muy bien hacer una investigación antes de pagárselos. Descubierto, nuestro doctor tuvo que refugiarse en Texas, donde se apresuró a realizar diversas estafas que lo llevaron por primera vez a la cárcel. Liberado bajo fianza, vuelve a salir unos meses después no sin haber puesto en pie una nueva operación criminal.

La idea era sencilla e ingeniosa. Un cómplice, llamado Pitizel, debía hacerse un seguro de vida en una compañía de Filadelfia. Se presentaría luego como suyo un cadáver anónimo desfigurado por un accidente. No habría más que repartir la prima que cobraría la Sra. Pitizel, mientras que el “muerto” iría durante algún tiempo a hacerse olvidar a Sudamérica. Para su desgracia, Holmes tuvo la mala idea de cambiar su plan y de matar realmente a Pitizel. Aquella solución tenía en su opinión la ventaja de ahorrarle la búsqueda peligrosa de un cadáver y, sobre todo, permitirle quedarse él solo la totalidad de la prima, deshaciéndose ulteriormente de la Sra. Pitizel y de sus hijos -lo cual, para él, sólo era un simple trabajo rutinario.

Muy cooperador acudió, pues, a la morgue para reconocer el cuerpo de su amigo, fue a Boston a buscar a la desdichada viuda y la trajo a Filadelfia para que cobrara su dinero. La denuncia de un antiguo compañero de celda, Marion Hedgepeth, vino a sembrar la duda en el ánimo de los aseguradores.

La policía hizo una investigación. Remontó con paciencia todos los eslabones de la cadena. Holmes confesó primero la estafa a la compañía aseguradora y, ante las pruebas abrumadoras reunidas en su contra, los asesinatos de Pitizel y de sus hijos.

Holmes fue condenado a muerte por el Tribunal de Filadelfia y ahorcado el 7 de mayo de 1896. Sólo tenía treinta y cinco años.

¿Doscientas víctimas?
Ante el tribunal, Holmes afirmó haber asesinado a veintisiete personas a lo largo de su vida. Eso es poco creíble. El acusado disfrutaba burlándose de la justicia; confesaba, por ejemplo, el asesinato de personas que estaban vivas. Por lo tanto nunca sabremos con certeza el número de sus víctimas. A juzgar por los descubrimientos hechos en su castillo, es considerable. La cifra de doscientas es propuesta por los criminólogos como la más verosímil.

viernes, 7 de diciembre de 2012

La NASA anuncia que se viene la tormenta solar más grande de los últimos 50 años



Un informe reciente de la NASA y la ESA asegura que la tormenta solar más grande de los últimos 50 años estaría por estallar para finales 2012, principios de 2013. Las tormentas solares podrían afectar las telecomunicaciones y los aparatos electrónicos. La última gran tormenta solar fue en 1958 y provocó que se vieran auroras boreales hasta en México.

Un reciente informe realizado para la NASA y la ESA anuncia para el 2012/2013 la tormenta solar más potente de los últimos cincuenta años. Según ha pronosticado el equipo dirigido por Mausumi Dikpati, del Centro Nacional de Investigaciones Atmosféricas (NCAR por sus siglas en inglés), “el siguiente ciclo solar será de un 30 a un 50% más intenso que el anterior”.



La actividad solar sufre altibajos periódicos, y en los últimos dos años ha vivido el período de más baja actividad que se recuerda. Pero, en el caso del Sol, después de la calma viene la tormenta. Según han comprobado los astrónomos, con una frecuencia cada vez mayor están apareciendo pequeñas manchas solares que anuncian el comienzo del próximo ciclo solar, que se estima tendrá su máximo entre 2012 y 2013.



En el siglo XVIII, el astrónomo suizo Rudolf Wolf desarrolló un método para contar las manchas solares que aún sigue vigente hoy día. Wolf estudió los ciclos solares en períodos de once años, y denominó “ciclo 1″ al primero que analizó (1755-1766). Desde entonces, los siguientes se numeraron consecutivamente. El próximo, que tendrá su máximo solar en 2012 ó 2013, será el ciclo 24.



Si las predicciones de Dikpati son correctas, en los próximos años se producirá un estallido de actividad solar apenas menor que el del histórico máximo solar de 1958. Durante aquel año se llegaron a ver auroras boreales en México, pero no tuvo mayores consecuencias. Sin embargo, ahora los investigadores dan por hecho que un máximo solar de intensidad similar a aquel podría perjudicar muy seriamente a los satélites, las redes eléctricas, las redes de telefonía móvil, los sistemas GPS y otras tecnologías modernas.