Irma Grese (Wrechen, 7 de octubre de 1923 — Hamelín, 13 de diciembre de 1945)
Fue una supervisora de prisioneros en los campos de concentración de Auschwitz-Birkenau , Bergen-Belsen y Ravensbruck , durante la Segunda Guerra Mundial. Apodada "El angel rubio de Bergen-Belsen" o "La perra de Belsen" por los prisioneros de este campo por su comportamiento sádico y perverso, fue una de las mas crueles y notorias criminales de guerra nazis, ejecutada en la horca por los Aliados al finalizar del conflicto.
Hija de un lechero afiliado al Partido de los Trabajadores Alemanes Nacional-Socialistas desde 1937 y de una madre suicida, Irma dejó la escuela a los quince años de edad, debido al poco empeño a los estudios y a sus intereses fanáticos en participar de la Bund Deutscher Mädel (Liga de la Juventud Femenina Alemana), que su padre no aprobaba. Entre otras actividades, trabajó dos años en un sanatorio de las SS e intentó, sin éxito, graduarse como enfermera. En 1942, con 18 años, se presentó como voluntaria para entrenamiento en el campo de Ravensbruck, lo que provocó la furia de su padre, contrario a este trabajo, quien finalmente la expulsó de su casa.
Fue una supervisora de prisioneros en los campos de concentración de Auschwitz-Birkenau , Bergen-Belsen y Ravensbruck , durante la Segunda Guerra Mundial. Apodada "El angel rubio de Bergen-Belsen" o "La perra de Belsen" por los prisioneros de este campo por su comportamiento sádico y perverso, fue una de las mas crueles y notorias criminales de guerra nazis, ejecutada en la horca por los Aliados al finalizar del conflicto.
Hija de un lechero afiliado al Partido de los Trabajadores Alemanes Nacional-Socialistas desde 1937 y de una madre suicida, Irma dejó la escuela a los quince años de edad, debido al poco empeño a los estudios y a sus intereses fanáticos en participar de la Bund Deutscher Mädel (Liga de la Juventud Femenina Alemana), que su padre no aprobaba. Entre otras actividades, trabajó dos años en un sanatorio de las SS e intentó, sin éxito, graduarse como enfermera. En 1942, con 18 años, se presentó como voluntaria para entrenamiento en el campo de Ravensbruck, lo que provocó la furia de su padre, contrario a este trabajo, quien finalmente la expulsó de su casa.
Crímenes de guerra
En 1943, ingresó en Auschwitz, como guardia femenina, y para fin de ese mismo año fue ascendida a Supervisora, la segunda mujer de más alto rango en el campamento, a cargo de alrededor de 30.000 reclusas de origen judío.
Después de Auschwitz su sadismo continuó en Ravensbruck y Bergen-Belsen, tres campos de exterminio nazis, siendo presa el 15 de abril de 1945 por los británicos en el último de esos, junto a otros integrantes de las SS.
Irma fue una de las principales reos en el juicio a los criminales de guerra de Belsen, realizado entre septiembre y diciembre de 1945. Los sobrevivientes de los campos que testimoniaron, la acusaron de asesinatos y torturas. Siempre usando pesadas botas, látigo y pistola, entre otros actos Irma era conocida por lanzar furiosos perros hambrientos encima de los presos para devorarlos, asesinar internos a tiros a sangre fría, torturas a niños, abusos sexuales y palizas sádicas con látigo trenzado hasta provocar la muerte de las víctimas.
En su alojamiento después de la captura del campo, fueron encontrados abajures con las cúpulas hechas de piel humana, de tres prisioneros judíos asesinados y despellejados por ella misma.
Condenada a la horca a los 22 años -la más joven condenada a muerte sobre leyes británicas en el siglo XX- fue ejecutada en la prisión de Hamelín, Alemania, el 13 de diciembre de 1945. Sus últimas palabras a su verdugo fueron: "Schnell!" (¡Rápido!).
Testimonios
"... Por aquel entonces, las "selecciones" eran llevadas a cabo por las más altas jerarquías femeninas del campo, Hasse e Irma Griese. Los lunes, miércoles y sábados, duraban las revistas desde el amanecer hasta que expiraba la tarde, hora en que tenían ya completa su cuota de víctimas.
Cuando aquellas dos mujeres se presentaban a la entrada del campo, las internadas, quienes ya sabían lo que les esperaba, se echaban a temblar.
La hermosa Irma Griese se adelantaba hacia las prisioneras con su andar ondulante y sus caderas en movimiento. Los ojos de las cuarenta mil desventuradas mujeres, mudas e inmóviles, se clavaban en ella. Era de estatura mediana, estaba elegantemente ataviada y tenía el cabello impecablemente arreglado.
En 1943, ingresó en Auschwitz, como guardia femenina, y para fin de ese mismo año fue ascendida a Supervisora, la segunda mujer de más alto rango en el campamento, a cargo de alrededor de 30.000 reclusas de origen judío.
Después de Auschwitz su sadismo continuó en Ravensbruck y Bergen-Belsen, tres campos de exterminio nazis, siendo presa el 15 de abril de 1945 por los británicos en el último de esos, junto a otros integrantes de las SS.
Irma fue una de las principales reos en el juicio a los criminales de guerra de Belsen, realizado entre septiembre y diciembre de 1945. Los sobrevivientes de los campos que testimoniaron, la acusaron de asesinatos y torturas. Siempre usando pesadas botas, látigo y pistola, entre otros actos Irma era conocida por lanzar furiosos perros hambrientos encima de los presos para devorarlos, asesinar internos a tiros a sangre fría, torturas a niños, abusos sexuales y palizas sádicas con látigo trenzado hasta provocar la muerte de las víctimas.
En su alojamiento después de la captura del campo, fueron encontrados abajures con las cúpulas hechas de piel humana, de tres prisioneros judíos asesinados y despellejados por ella misma.
Condenada a la horca a los 22 años -la más joven condenada a muerte sobre leyes británicas en el siglo XX- fue ejecutada en la prisión de Hamelín, Alemania, el 13 de diciembre de 1945. Sus últimas palabras a su verdugo fueron: "Schnell!" (¡Rápido!).
Testimonios
"... Por aquel entonces, las "selecciones" eran llevadas a cabo por las más altas jerarquías femeninas del campo, Hasse e Irma Griese. Los lunes, miércoles y sábados, duraban las revistas desde el amanecer hasta que expiraba la tarde, hora en que tenían ya completa su cuota de víctimas.
Cuando aquellas dos mujeres se presentaban a la entrada del campo, las internadas, quienes ya sabían lo que les esperaba, se echaban a temblar.
La hermosa Irma Griese se adelantaba hacia las prisioneras con su andar ondulante y sus caderas en movimiento. Los ojos de las cuarenta mil desventuradas mujeres, mudas e inmóviles, se clavaban en ella. Era de estatura mediana, estaba elegantemente ataviada y tenía el cabello impecablemente arreglado.
El terror mortal inspirado por su presencia la complacía indudablemente y la deleitaba. Porque aquella muchacha de veintidós años carecía en absoluto de entrañas. Con mano segura escogía a sus víctimas, no sólo de entre las sanas, sino de entre las enfermas, débiles e incapacitadas. Las que, a pesar de su hambre y penalidades, seguían manifestando un poco de su belleza física anterior eran las primeras en ser seleccionadas. Constituían los blancos especiales de la atención de Irma Griese.
Durante las "selecciones", el "ángel rubio de Belsen", como más adelante había de llamarla la prensa, manejaba con liberalidad su látigo. Sacudía fustazos adonde se le antojaba, y a nosotras no nos tocaba más que aguantar lo mejor que pudiésemos. Nuestras contorsiones de dolor y la sangre que derramábamos la hacían sonreír. ¡Qué dentadura más impecable tenía! ¡Sus dientes parecían perlas!
Cierto día de junio del año 1944, eran empujadas a los lavabos 315 mujeres "seleccionadas". Ya las pobres desventuradas habían sido molidas a puntapiés y latigazos en el gran vestíbulo. Luego Irma Griese mandó a los guardianes de las S.S. que claveteasen la puerta. Así fue de sencillo.
Antes de ser enviadas a la cámara de gas, debían pasar revista ante el doctor Klein. Pero él las hizo esperar tres días. Durante aquel tiempo, las mujeres condenadas tuvieron que vivir apretujadas y tiradas sobre el pavimento de cemento sin comida ni bebida ni excusados. Eran seres humanos, ¿pero a quién le importaban? ...
Durante las "selecciones", el "ángel rubio de Belsen", como más adelante había de llamarla la prensa, manejaba con liberalidad su látigo. Sacudía fustazos adonde se le antojaba, y a nosotras no nos tocaba más que aguantar lo mejor que pudiésemos. Nuestras contorsiones de dolor y la sangre que derramábamos la hacían sonreír. ¡Qué dentadura más impecable tenía! ¡Sus dientes parecían perlas!
Cierto día de junio del año 1944, eran empujadas a los lavabos 315 mujeres "seleccionadas". Ya las pobres desventuradas habían sido molidas a puntapiés y latigazos en el gran vestíbulo. Luego Irma Griese mandó a los guardianes de las S.S. que claveteasen la puerta. Así fue de sencillo.
Antes de ser enviadas a la cámara de gas, debían pasar revista ante el doctor Klein. Pero él las hizo esperar tres días. Durante aquel tiempo, las mujeres condenadas tuvieron que vivir apretujadas y tiradas sobre el pavimento de cemento sin comida ni bebida ni excusados. Eran seres humanos, ¿pero a quién le importaban? ...