Experimentos de guerra altamente secretos se llevaron a cabo fuera de la costa de Auckland para perfeccionar una bomba que provocara un tsunami, revelan archivos desclasificados.
Un profesor de la Universidad de Auckland (NZ) colaboró con el Ejército para llevar a cabo una serie de explosiones bajo el agua que activó olas como un pequeño terremoto en Whangaparaoa en 1944 y 1945.
El trabajo del profesor Thomas Leech fue considerado tan significativo que los altos mandos de la Defensa de EEUU dijeron que si el proyecto se hubiese completado antes del fin de la guerra, podría haber jugado un rol tan eficaz como aquel de la bomba atómica.
Los detalles de la bomba tsunami, conocidos como “Proyecto Seal”, están contenidos en unos documentos de 53 años de antigüedad desclasificados por el Ministerio de Asuntos Exteriores y Comercio.
Los papeles con la estampa “Top Secret” muestran que el ejército norteamericano y británico estaban entusiasmados en desarrollar “Seal” en los años de la post-guerra. Ellos incluso consideraron enviar al profesor Leech al Atolón Bikini a presenciar las pruebas nucleares norteamericanas y ver si ellas tenían alguna aplicación en su trabajo. Él no hizo la visita, aunque un miembro de la mesa norteamericana de asesores de pruebas atómicas, el Dr. Karl Compton, fue enviado a New Zealand.
“EL Dr. Compton se impresionó de las deducciones del Profesor Leech en el proyecto Seal y se preparó para recomendar a los jefes de la Junta de Generales que todos los datos técnicos de las pruebas que fueran relevantes para el Proyecto Seal deberían hacerse llegar al Gobierno de New Zealand para extensos estudios posteriores por el Profesor Leech”, escrito en una carta de julio de 1946 de Washington a Wellington.
El profesor Leech murió en su nativa Australia en 1973, fue el decano de ingeniería en la Universidad de 1940 a 1950.
Las noticias del CBE (Certified Broadcast Engineer) otorgado en 1947 por la investigación en una arma, llevó a los periódicos alrededor del mundo a la especulación sobre lo que se estaba desarrollando.
A pesar que los oficiales de EEUU y New Zealand hablaron sobre el apoyo a la investigación, no entregaron detalles sobre ella porque el trabajo aún estaba en marcha.
Un ex colega del Profesor Leech, Neil Kirton, le dijo al Weekend Herald que los experimentos involucraban el uso de explosivos bajo el agua para crear un tsunami. Explosiones en pequeña escala fueron llevadas a cabo en el Pacífico y en las afueras de Whangaparaoa que en ese momento era controlada por el Ejército.
Es incierto lo que pasó con el Proyecto Seal una vez que el informe fue remitido al Cuartel General de la Defensa en Wellington en los años cuarenta. La bomba nunca fue probada a gran escala y Mr. Kirton duda que las personas de Auckland notaran los ensayos.
Dijo: “Si pudiera resucitarse alguna vez... Bajo algunas circunstancias, pienso que podría ser devastadora.”
Las insuperables fábulas de La Fontaine enseñan que “la desgracia de unos constituye la felicidad de otros.”
Aquí se enumeran cuatro “ventajas” del tsunami para Estados Unidos:
• Merma aún más a los tigres asiáticos, países cuyo éxito había sido embarazoso para el modelo rapaz de desarrollo mundial de Estados Unidos
• Trae inmensas oportunidades a los amigos de la administración de Bush para enriquecerse por medio de lucrativos contratos de abastecimiento de emergencia en la misión de socorro.
• Le otorga a la Flota de Estados Unidos la justificación para encontrarse en lugares en los que en otras circunstancias no podrían estar, así como enormes oportunidades para descargar cualquier cargamento que luego podría utilizar útilmente en el Océano Índico.
• Provee la oportunidad para una exhibición ostentosa de la buena voluntad de Estados Unidos, que puede ser empleada para una campaña de propaganda para restaurar la dañada imagen de ese país en el mundo.
Los cuatro puntos van viento en popa.
Una crítica feroz de Free Internet Press (7 de enero) que proclama ofrecer “noticias sin censura para la gente real” (sic), propina un golpe demoledor que se puede prestar a interpretaciones varias: “El ejército de estados Unidos y el Departamento de Estado recibieron aviso temprano del tsunami, pero hicieron muy poco para alertar a los países asiáticos. La base naval estadounidense en el atolón de Diego García en el Océano Índico fue notificada y salió ilesa.”
De no haber sido porque lo publicó “The Jerusalem Post”, diario israelí vinculado al partido Likud y a los ultrahalcones de Estados Unidos, debemos confesar que no nos hubiéramos atrevido a cruzar el Rubicón informativo, por ser “políticamente incorrecto” sobre la rotunda aseveración de la revista egipcia Al-Usbua que repite el periódico israelí: “Fue provocado posiblemente por un experimento nuclear en el que los expertos nucleares de Israel y Estados Unidos participaron.”
Un profesor de la Universidad de Auckland (NZ) colaboró con el Ejército para llevar a cabo una serie de explosiones bajo el agua que activó olas como un pequeño terremoto en Whangaparaoa en 1944 y 1945.
El trabajo del profesor Thomas Leech fue considerado tan significativo que los altos mandos de la Defensa de EEUU dijeron que si el proyecto se hubiese completado antes del fin de la guerra, podría haber jugado un rol tan eficaz como aquel de la bomba atómica.
Los detalles de la bomba tsunami, conocidos como “Proyecto Seal”, están contenidos en unos documentos de 53 años de antigüedad desclasificados por el Ministerio de Asuntos Exteriores y Comercio.
Los papeles con la estampa “Top Secret” muestran que el ejército norteamericano y británico estaban entusiasmados en desarrollar “Seal” en los años de la post-guerra. Ellos incluso consideraron enviar al profesor Leech al Atolón Bikini a presenciar las pruebas nucleares norteamericanas y ver si ellas tenían alguna aplicación en su trabajo. Él no hizo la visita, aunque un miembro de la mesa norteamericana de asesores de pruebas atómicas, el Dr. Karl Compton, fue enviado a New Zealand.
“EL Dr. Compton se impresionó de las deducciones del Profesor Leech en el proyecto Seal y se preparó para recomendar a los jefes de la Junta de Generales que todos los datos técnicos de las pruebas que fueran relevantes para el Proyecto Seal deberían hacerse llegar al Gobierno de New Zealand para extensos estudios posteriores por el Profesor Leech”, escrito en una carta de julio de 1946 de Washington a Wellington.
El profesor Leech murió en su nativa Australia en 1973, fue el decano de ingeniería en la Universidad de 1940 a 1950.
Las noticias del CBE (Certified Broadcast Engineer) otorgado en 1947 por la investigación en una arma, llevó a los periódicos alrededor del mundo a la especulación sobre lo que se estaba desarrollando.
A pesar que los oficiales de EEUU y New Zealand hablaron sobre el apoyo a la investigación, no entregaron detalles sobre ella porque el trabajo aún estaba en marcha.
Un ex colega del Profesor Leech, Neil Kirton, le dijo al Weekend Herald que los experimentos involucraban el uso de explosivos bajo el agua para crear un tsunami. Explosiones en pequeña escala fueron llevadas a cabo en el Pacífico y en las afueras de Whangaparaoa que en ese momento era controlada por el Ejército.
Es incierto lo que pasó con el Proyecto Seal una vez que el informe fue remitido al Cuartel General de la Defensa en Wellington en los años cuarenta. La bomba nunca fue probada a gran escala y Mr. Kirton duda que las personas de Auckland notaran los ensayos.
Dijo: “Si pudiera resucitarse alguna vez... Bajo algunas circunstancias, pienso que podría ser devastadora.”
Las insuperables fábulas de La Fontaine enseñan que “la desgracia de unos constituye la felicidad de otros.”
Aquí se enumeran cuatro “ventajas” del tsunami para Estados Unidos:
• Merma aún más a los tigres asiáticos, países cuyo éxito había sido embarazoso para el modelo rapaz de desarrollo mundial de Estados Unidos
• Trae inmensas oportunidades a los amigos de la administración de Bush para enriquecerse por medio de lucrativos contratos de abastecimiento de emergencia en la misión de socorro.
• Le otorga a la Flota de Estados Unidos la justificación para encontrarse en lugares en los que en otras circunstancias no podrían estar, así como enormes oportunidades para descargar cualquier cargamento que luego podría utilizar útilmente en el Océano Índico.
• Provee la oportunidad para una exhibición ostentosa de la buena voluntad de Estados Unidos, que puede ser empleada para una campaña de propaganda para restaurar la dañada imagen de ese país en el mundo.
Los cuatro puntos van viento en popa.
Una crítica feroz de Free Internet Press (7 de enero) que proclama ofrecer “noticias sin censura para la gente real” (sic), propina un golpe demoledor que se puede prestar a interpretaciones varias: “El ejército de estados Unidos y el Departamento de Estado recibieron aviso temprano del tsunami, pero hicieron muy poco para alertar a los países asiáticos. La base naval estadounidense en el atolón de Diego García en el Océano Índico fue notificada y salió ilesa.”
De no haber sido porque lo publicó “The Jerusalem Post”, diario israelí vinculado al partido Likud y a los ultrahalcones de Estados Unidos, debemos confesar que no nos hubiéramos atrevido a cruzar el Rubicón informativo, por ser “políticamente incorrecto” sobre la rotunda aseveración de la revista egipcia Al-Usbua que repite el periódico israelí: “Fue provocado posiblemente por un experimento nuclear en el que los expertos nucleares de Israel y Estados Unidos participaron.”
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