La escritora y activista Naomi Klein ("No Logo") publica su nuevo libro "The Shock Doctrine: The Rise of Disaster Capitalism" y, junto al director de cine mexicano Alfonso Cuarón ("Children Of Men") y su hijo Jonás Cuarón, producen un cortometraje sobre este revelador libro acerca de dominación corporativa y económica de nuestro planeta.
En ”The Shock Doctrine: The Rise of Disaster Capitalism” Naomi Klein ("No Logo") analiza el mito de que la globalización de libre mercado ha triunfado democráticamente. Al poner al descubierto el pensamiento, las huellas del dinero y las cuerdas de los títeres que se encuentran atrás de las crisis mundiales y las guerras de las últimas cuatro décadas, “The Shock Doctrine” es una desgarradora historia de cómo las políticas de “libre mercado” de los Estados Unidos han llegado a dominar al mundo a través de la explotación de las personas y los países afectados por los desastres.
En el punto más caótico de la guerra civil en Iraq, salió a la luz una nueva ley que le permitiría a Shell y a BP reclamar las vastas reservas petroleras del país. Inmediatamente después del 11 de septiembre la administración Bush comenzó a traspasar el manejo de la “Guerra Contra El Terrorismo” a empresas como Halliburton y Blackwater. Después de que un tsunami arrasó las costas del sureste asiático, las limpias playas son subastadas a las industrias turísticas. Los residentes de Nuevo Orleans, dispersados por el huracán Katrina descubrieron que los hospitales públicos, las casas de interés social y las escuelas jamás volverán a ser abiertos. Estos eventos son ejemplos de la “doctrina del shock”: manipular la desorientación del público después de estremecimientos masivos como guerras, ataques terroristas o desastres naturales, para obtener el control mediante el uso de la terapia económica de electrochoques. A veces, cuando las primeras dos descargas no funcionan para eliminar la resistencia, una tercera es empleada: los electrodos en las celdas penitenciarias y las pistolas de toques en las calles.
Inspirada en una inédita investigación histórica que abarcó cuatro años en zonas de desastre, “The shock doctrine” enseña de forma lúcida cómo el desastre del capitalismo -la reestructuración súbita de las sociedades que tratan de enfrentarse a la conmoción- no inició el 11 de septiembre de 2001. El libro sigue de cerca sus orígenes hace cincuenta años en la Universidad de Chicago y bajo Milton Friedman, que produjo muchos de los pensadores neoconservadores y neoliberales cuya influencia aún es considerable en el Washington de estos días. Se establecen conexiones nuevas y sorprendentes entre la política económica, las guerras de “conmoción y asombro”, los experimentos patrocinados por la CIA acerca de la supresión sensorial y los electrochoques en la década de 1950, así como la investigación que ayudó a redactar los manuales de tortura empleados actualmente en la Bahía de Guantánamo.
La doctrina del shock investiga la aplicación de estas ideas a través de nuestra historia contemporánea, demostrando con detalles fascinantes cómo eventos recientes y bien conocidos de nuestro pasado pudieron ser provocados deliberadamente para establecer escenarios activos de la doctrina del shock, entre ellos: el golpe de estado de Pinochet en 1973, la guerra de las Malvinas en 1982, la masacre de la plaza Tiananmen en 1989, el colapso de la Unión Soviética en 1991, la crisis financiera asiática de 1997 y el huracán Mitch en 1998.
En ”The Shock Doctrine: The Rise of Disaster Capitalism” Naomi Klein ("No Logo") analiza el mito de que la globalización de libre mercado ha triunfado democráticamente. Al poner al descubierto el pensamiento, las huellas del dinero y las cuerdas de los títeres que se encuentran atrás de las crisis mundiales y las guerras de las últimas cuatro décadas, “The Shock Doctrine” es una desgarradora historia de cómo las políticas de “libre mercado” de los Estados Unidos han llegado a dominar al mundo a través de la explotación de las personas y los países afectados por los desastres.
En el punto más caótico de la guerra civil en Iraq, salió a la luz una nueva ley que le permitiría a Shell y a BP reclamar las vastas reservas petroleras del país. Inmediatamente después del 11 de septiembre la administración Bush comenzó a traspasar el manejo de la “Guerra Contra El Terrorismo” a empresas como Halliburton y Blackwater. Después de que un tsunami arrasó las costas del sureste asiático, las limpias playas son subastadas a las industrias turísticas. Los residentes de Nuevo Orleans, dispersados por el huracán Katrina descubrieron que los hospitales públicos, las casas de interés social y las escuelas jamás volverán a ser abiertos. Estos eventos son ejemplos de la “doctrina del shock”: manipular la desorientación del público después de estremecimientos masivos como guerras, ataques terroristas o desastres naturales, para obtener el control mediante el uso de la terapia económica de electrochoques. A veces, cuando las primeras dos descargas no funcionan para eliminar la resistencia, una tercera es empleada: los electrodos en las celdas penitenciarias y las pistolas de toques en las calles.
Inspirada en una inédita investigación histórica que abarcó cuatro años en zonas de desastre, “The shock doctrine” enseña de forma lúcida cómo el desastre del capitalismo -la reestructuración súbita de las sociedades que tratan de enfrentarse a la conmoción- no inició el 11 de septiembre de 2001. El libro sigue de cerca sus orígenes hace cincuenta años en la Universidad de Chicago y bajo Milton Friedman, que produjo muchos de los pensadores neoconservadores y neoliberales cuya influencia aún es considerable en el Washington de estos días. Se establecen conexiones nuevas y sorprendentes entre la política económica, las guerras de “conmoción y asombro”, los experimentos patrocinados por la CIA acerca de la supresión sensorial y los electrochoques en la década de 1950, así como la investigación que ayudó a redactar los manuales de tortura empleados actualmente en la Bahía de Guantánamo.
La doctrina del shock investiga la aplicación de estas ideas a través de nuestra historia contemporánea, demostrando con detalles fascinantes cómo eventos recientes y bien conocidos de nuestro pasado pudieron ser provocados deliberadamente para establecer escenarios activos de la doctrina del shock, entre ellos: el golpe de estado de Pinochet en 1973, la guerra de las Malvinas en 1982, la masacre de la plaza Tiananmen en 1989, el colapso de la Unión Soviética en 1991, la crisis financiera asiática de 1997 y el huracán Mitch en 1998.
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