El 23 de mayo de 1430, a la cabeza de una pequeña tropa, Juana de Arco intenta en vano levantar el sitio de Compiégne y es capturada por Juan de Luxemburgo, un mercenario al servicio del duque de Beaulieu. Encarcelada en el castillo de Beaulieu, en Vermandois, intenta una fuga desesperada saltando desde una torre, pero es recapturada herida. El duque de Luxemburgo la vende a los ingleses, quienes desean desprestigiar a la heroína que dio a Francia la fuerza para liberarse
La Universidad de París, en manos de los ocupantes, pide que Juana sea juzgada por herética ante un tribunal de la Santa Inquisición. Se constituye una corte especial con asiento en Ruán. La preside el obispo de Beauvais, Pierre Cauchon, quien goza de toda la confianza del duque de Bedford.
Extraña ejecución
El 9 de enero de 1431 se abre el proceso en Ruán. Después de seis meses de sumario y debates, el 14 de mayo Juana de Arco es acusada de idólatra, invocadora de demonios, cismática y herética.
Le ordenan abjurar públicamente sus errores, y a cambio ella salvará su vida. Juana, agotada, acepta el compromiso y abjura, pero tres días después se retracta. En un rápido proceso se la declara relapsa: se levanta la hoguera.
En la mañana del 30, una mujer con la cara oculta por un velo y una mitra es conducida a la plaza del mercado de Ruán. 800 soldados ingleses impiden que se acerquen los diez mil espectadores. A las nueve el verdugo enciende la hoguera.
Algunos minutos después la ajusticiada muere. El verdugo retira las antorchas para que los presentes puedan ver el cuerpo semicalcinado. Luego enciende otra vez la hoguera y el cadáver se convierte poco a poco en cenizas.
Una mujer fue quemada viva, pero nada demuestra que se trate de Juana. Se rumorea que la Doncella de Orléans se escapó y que la ejecución fue sólo un simulacro: Francia quiere creer que la joven aún vive.
El retorno de Juana
Durante el verano de 1435, una mujer vestida de soldado se presenta en Saint-Privey, en Lorena. Busca a Pedro de Lys y a Juan el Pequeño, los dos hermanos de Juana, quienes constatan con estupor que están, sin duda alguna, frente a su hermana.
La sobreviviente cuenta que escapó de su prisión ruanesa y se ocultó posteriormente usando el nombre de Claudia. El relato termina por convencer a los dos hombres. Ella permanece junto a ellos como miembro de la familia.
Esta situación no dura mucho. La joven atrae la atención de un señor de Lorena, Roberto des Armoises, quien la desposa en 1436.
Cuando Roberto amplía su castillo de Jualny, hace grabar las armas de Juana junto a las suyas. Este reconocimiento privado no es suficiente para la esposa y, a partir de agosto de 1436, comienza a enviar mensajeros para anunciar que sigue con vida a las ciudades de Orléans, Blois y Loches, siguiendo los pasos del Rey.
Juana Des Armoises
Carlos, sin embargo, se abstiene de responder los mensajes de Juana. Cansada, la joven se dedica a la vida de familia. Después de dar a luz dos varones decide, en 1439, volver a Orléans. Ahí es reconocida y aclamada por el pueblo.
Pero el Rey no le concede ninguna audiencia. En 1440 se dirige a París y, sorpresivamente, sin que ningún obstáculo o desmentido haya puesto en duda sus aseveraciones, la esposa de Des Armoises confiesa que no es la Doncella de Orléans.
Vuelta a ser Claudia, cuenta su verdadera historia ante los magistrados de la capital. Aventurera, viuda de un caballero, cuenta haber combatido por un tiempo en el ejército pontificio. De vuelta a Francia se le ocurrió hacerse pasar por Juana. Arrepentida, pide perdón por su impostura. ¿Quién era realmente Claudia, si Juana fue de verdad quemada en la hoguera? ¿Qué originó esta repentina confesión? Estas preguntas permanecen sin respuesta, y muy probablemente continúen así por siempre.
La Universidad de París, en manos de los ocupantes, pide que Juana sea juzgada por herética ante un tribunal de la Santa Inquisición. Se constituye una corte especial con asiento en Ruán. La preside el obispo de Beauvais, Pierre Cauchon, quien goza de toda la confianza del duque de Bedford.
Extraña ejecución
El 9 de enero de 1431 se abre el proceso en Ruán. Después de seis meses de sumario y debates, el 14 de mayo Juana de Arco es acusada de idólatra, invocadora de demonios, cismática y herética.
Le ordenan abjurar públicamente sus errores, y a cambio ella salvará su vida. Juana, agotada, acepta el compromiso y abjura, pero tres días después se retracta. En un rápido proceso se la declara relapsa: se levanta la hoguera.
En la mañana del 30, una mujer con la cara oculta por un velo y una mitra es conducida a la plaza del mercado de Ruán. 800 soldados ingleses impiden que se acerquen los diez mil espectadores. A las nueve el verdugo enciende la hoguera.
Algunos minutos después la ajusticiada muere. El verdugo retira las antorchas para que los presentes puedan ver el cuerpo semicalcinado. Luego enciende otra vez la hoguera y el cadáver se convierte poco a poco en cenizas.
Una mujer fue quemada viva, pero nada demuestra que se trate de Juana. Se rumorea que la Doncella de Orléans se escapó y que la ejecución fue sólo un simulacro: Francia quiere creer que la joven aún vive.
El retorno de Juana
Durante el verano de 1435, una mujer vestida de soldado se presenta en Saint-Privey, en Lorena. Busca a Pedro de Lys y a Juan el Pequeño, los dos hermanos de Juana, quienes constatan con estupor que están, sin duda alguna, frente a su hermana.
La sobreviviente cuenta que escapó de su prisión ruanesa y se ocultó posteriormente usando el nombre de Claudia. El relato termina por convencer a los dos hombres. Ella permanece junto a ellos como miembro de la familia.
Esta situación no dura mucho. La joven atrae la atención de un señor de Lorena, Roberto des Armoises, quien la desposa en 1436.
Cuando Roberto amplía su castillo de Jualny, hace grabar las armas de Juana junto a las suyas. Este reconocimiento privado no es suficiente para la esposa y, a partir de agosto de 1436, comienza a enviar mensajeros para anunciar que sigue con vida a las ciudades de Orléans, Blois y Loches, siguiendo los pasos del Rey.
Juana Des Armoises
Carlos, sin embargo, se abstiene de responder los mensajes de Juana. Cansada, la joven se dedica a la vida de familia. Después de dar a luz dos varones decide, en 1439, volver a Orléans. Ahí es reconocida y aclamada por el pueblo.
Pero el Rey no le concede ninguna audiencia. En 1440 se dirige a París y, sorpresivamente, sin que ningún obstáculo o desmentido haya puesto en duda sus aseveraciones, la esposa de Des Armoises confiesa que no es la Doncella de Orléans.
Vuelta a ser Claudia, cuenta su verdadera historia ante los magistrados de la capital. Aventurera, viuda de un caballero, cuenta haber combatido por un tiempo en el ejército pontificio. De vuelta a Francia se le ocurrió hacerse pasar por Juana. Arrepentida, pide perdón por su impostura. ¿Quién era realmente Claudia, si Juana fue de verdad quemada en la hoguera? ¿Qué originó esta repentina confesión? Estas preguntas permanecen sin respuesta, y muy probablemente continúen así por siempre.
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