Desde hace 40 años, científicos y estudiosos del fenómeno OVNI están recibiendo extrañas comunicaciones mediante las cuales se les da información sobre una presunta civilización de avanzada que existiría en un lejano planeta al que denominan Ummo. Según esos escritos, los tripulantes de sus naves llegaron a la Tierra en la década de los 50 y viven ocultos entre nosotros haciéndose pasar como ciudadanos comunes. El matemático francés Jean-Pierre Petit dice que su ciencia es asombrosa y que a ella se deben muchos de nuestros avances.
Se dice, también, que han desarrollado naves impulsadas por energía electromagnética que les permite viajar a través del universo sin tener en cuenta el tiempo tal cual lo conocemos nosotros. Según afirman algunos estudiosos que han investigado el tema, los UMMITAS llegaron a la Tierra en 1950, y desde entonces viven ocultos entre nosotros e, incluso, han adoptado la forma humana para pasar inadvertidos.
En realidad, la crónica de cómo los supuestos UMMITAS habrían revelado su presencia en la Tierra arranca mucho más tarde, a comienzos de 1966, cuando un conocido ovniólogo español, el periodista y escritor Fernando Sesma Manzano, recibió un mensaje telefónico para anunciarle que ese mismo día una persona le llevaría varias imágenes para que él las examinara.
El desconocido le dijo que se llamaba Deii 98 y que provenía de otro planeta. Sesma creyó que alguien le estaba jugando una broma. Dos horas después, sin embargo, tocaron a su puerta y le entregaron un sobre cuyo contenido debía examinar y luego devolver al mismo mensajero. Se trataba de una serie de fotografías en las cuales se veían, en forma tridimensional, máquinas insólitas, objetos desconocidos y una vista de lo que podía ser una misteriosa ciudad, trazada con una geometría que no era terrestre.
Había rascacielos muy extraños y planos que parecía flotar en algún fluido viscoso e invisible, lo cual le otorgaba inusual coherencia al conjunto. Los edificios no tenían principio ni fin y se desvanecían inadvertidamente. Parecían escapados de algún grabado del arquitecto Giovanni Battista Piranesi o de las ilustraciones terribles de un relato de Tolkien.
A la mañana siguiente, Sesma Manzano recibió lo que luego se dio en llamar PRIMER ENCUENTRO UMMITA. Era un largo relato en el que los UMMITAS le explicaban cómo era su mundo y describían su lenguaje. Pero nada decían acerca de sus intenciones. Le pedían, eso sí, que no diera a conocer ese mensaje a nadie. A partir de esa primera comunicación, decenas de científicos y ovniólogos de todos los países comenzaron a recibir inquietantes documentos UMMITAS, que terminaban con el mismo pedido de reserva y discreción.
Estos mensajes, escritos con un mismo estilo y firmados de idéntica manera, como ya se verá, provenían de diversas partes del mundo y contenían una gran cantidad de información científica desconocida. Así, poco a poco, se pudo reconstruir la historia del anunciado planeta UMMO y la presunta llegada de los UMMITAS a la Tierra.
Según el matemático francés Jean-Pierre Petit, director del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia, muchos de sus trabajos teóricos sobre el plasma y la energía magneto hidrodinámica (MHD) fueron inspirados por los relatos UMMITAS. Petit sospecha, también, que el científico ruso Andrei Sajarov, premio Nobel de Física, conocía ciertas comunicaciones UMMITAS sobre mecánica de los fluidos y que debió trabajar sobre ellas cuando elaboró algunas de sus más célebres teorías.
Aunque muchos de los llamados “documentos ummitas” han sido destruidos o se han extraviado, una recopilación de las comunicaciones primigenias le permitió al doctor Juan Miguel Aguirre Ceberio, de la Universidad de Madrid, publicar tres tomos de cartas y documentos de procedencia ummita, ordenados temáticamente.
La primera edición de esa obra extraterrestre data de 1985. Se calcula que en 1995 ese material se habría duplicado. Aunque poco a poco los envíos se fueron haciendo más espaciados, crecieron en extensión. La última comunicación recibida por el profesor Petit, en noviembre de 1995, ocupaba doscientas trece cuartillas mecanografiadas y trata de física cuántica y de las posibilidades de producir antimateria en un acelerador de partículas. Está redactada en inglés.
Nadie se explica de dónde proviene semejante torrente de información acumulada a lo largo de treinta años. Incluso, algunos creen que sus autores son, en verdad, seres inteligentes venidos del planeta UMMO, que gira en torno a la estrella Wolf 424.
Otros aseguran que se trata de una broma gigantesca armada por alguien que quiso tomarle el pelo a Sesma Manzano en aquel lejano 1966. Como todo le salió bien, habría ampliado el círculo de sus destinatarios, remitiendo sus mensajes a los más crédulos ovniólogos de todo el mundo.
Según dicen los documentos, todo empezó en la primera semana de febrero de 1934, cuando un barco de bandera Noruega navegaba por aguas del Golfo de Terranova. A bordo iba un grupo de científicos para realizar algunos experimentos de comunicación a larga distancia por medio de la reflexión de ondas de radio en la ionosfera.
Un tren de ondas hertzianas usadas en la prueba habría cruzado la ionosfera, perdiéndose en el espacio con resultados imprevisible. Catorce años después –dicen las primeras crónicas UMMITAS recibidas por Sesma Manzano y su grupo-, esas ondas fueron captadas por científicos del planeta UMMO, los cuales comprendieron que se trataba de una señal inteligente, distinta al confuso ruido galáctico.
Esa afirmación resulta curiosa. A fines de la década de los ochenta, la NASA, llevó a cabo un programa de escucha del cosmos –el ya famoso SETI- para tratar de captar las señales de comunicación de seres extraterrestres. Dicho programa no tuvo éxito. Pero asombra saber que, según una carta escrita a mediados de la década de los sesenta, los supuestos UMMITAS hayan llevado a cabo un proyecto similar en su planeta, coronado por el éxito. ¿Ciencia ficción? Si así fuera, se trataría de algo fantástico, digno de la imaginación de algún nuevo Julio Verne.
En otra de sus cartas, los sagaces y huidizos UMMITAS dicen que en enero de 1949 del calendario terrestre, una flotilla de tres naves, con seis tripulantes en cada una, partió de UMMO rumbo a nuestro sistema solar. Primero exploraron Neptuno y pronto comprendieron que las comunicaciones que habían recibido provenían de ese pequeño planeta azul al que llamamos Tierra.
El 28 de marzo de 1950, a las cuatro de la mañana, las tres naves UMMITAS –según la crónica llegada a manos de Sesma Manzano y del ingeniero Enrique Villagrasa, otro de los integrantes del grupo de Madrid- aterrizaron en un sitio desolado, situado a trece kilómetros de la ciudad francesa de Digne y a ocho de la aldea La Javie, cerca de la frontera con Suiza.
De acuerdo con documentos recibidos por el comisario Dionisio Garrido y la funcionaria de la embajada de Estados Unidos Alicia Araujo, esos primeros tripulantes se multiplicaron en la Tierra, adoptaron por mutación la forma humana y ahora ya resulta imposible precisar su número.
Los escritos, que al principio eran firmados por Deii 98, hijo de Deii 97, comienzan a ser rubricados por un supuesto Gobierno General de UMMO, circunstancia que se repetirá invariablemente hasta las comunicaciones más recientes. El 27 de mayo de 1967, una carta UMMITA anunció a varios ovniólogos españoles la llegada de algunas de sus naves. Señalaba que una de ellas descendería cerca de la localidad de San José de Valderas.
Pocos días después de la fecha señalada, un periódico español difundió varias fotografías tomadas por un aficionado anónimo que las hizo llegar a la redacción. En ellas se advierte un platillo volador con el signo que usan los UMMITAS para sellar sus misivas: una especie de letra H con los brazos curvados hacia fuera y cruzada por una raya perpendicular.
Un segundo fotógrafo, llamado Antonio Pardo, le envió a Sesma Manzano una secuencia de esa misma nave pero tomada desde una perspectiva distinta. Otro grupo de testigos dijo haber visto descender el aparato en Santa Mónica, cerca de Valderas.
Cuando levantó el vuelo, un muchacho recogió en el lugar un trozo de metal y una placa de un material desconocido, de color verde. El instituto Nacional de Técnica Aeroespacial de España sometió esos dos objetos a un minucioso análisis y concluyó que se trataba de un tubo de níquel de 99 por ciento de pureza y que la película plástica era polifluoruro de vinilideno, muy resistente a la tracción y a las altas temperaturas. Eran, sin duda, materiales aeronáuticos.
En abril de 1967, Alicia Araujo recibió un informe de veintitrés páginas donde se revelan ciertos rasgos de los UMMITAS y algunas de sus costumbres. En UMMO, dice esa comunicación, se habla un solo idioma, pero la gente usa dos lenguajes distintos para comunicarse entre sí.
Por lo general, emplean la vía telepática, pues los UMMITAS tienen un aparato de fonación muy débil, que necesita la amplificación. Por esa razón, los primeros UMMITAS que adquirieron forma humana debieron someterse a una pequeña operación en la glotis para poder hablar normalmente. No obstante, aún hoy su voz es monótona y sin ninguna inflexión.
En 1968, el escritor Antonio Ribera –autor de varios best sellers- publicó un libro en el que analizó el avistamiento de Valderas. Desde ese momento, la historia de los UMMITAS se divulgó masivamente y se hizo conocida en todo el mundo.
Ribera se convirtió en el principal receptor de los documentos UMMO. Estos comenzaron a ser cada vez más científicos y a tener un gran contenido tecnológico. Explicaron, por ejemplo, cómo eran sus naves interplanetarias, a las que ellos llaman Oawolea uewa oemm, y que son capaces –aseguran- de recorrer distancias interestelares en poco tiempo, pasando de uno a otro marco tridimensional.
La cabina para los tripulantes, dicen, es de forma toroidal y flota libremente en una cavidad más grande sostenida por electroimanes. Es el mismo principio de los modernos trenes japoneses y alemanes que utilizan la suspensión magnética para desplazarse en el aire sin tocar las vías.
En los periodos de gran aceleración, la cabina de las naves se llena de una masa gelatinosa que protege a los tripulantes contra cualquier peligro. Durante el viaje, los UMMITAS usan un traje espacial hecho con una membrana compuesta e inteligente que no toca nunca la epidermis del viajero.
Varios años después de esa descripción la NASA ensayó con éxito un traje de estas características. A pesar de que era operativo, resultaba muy costoso y se suspendió su producción.
Los escritos también revelaron parte de la historia del planeta UMMO. Uno de sus informes describe una civilización armónica, esencialmente humanista, que se parece al paraíso perdido de Milton. Si bien le dan una importancia enorme al desarrollo de la ciencia, la subordinan siempre a las necesidades de la gente.
Pero eso –dicen- no siempre fue así. En los tiempos primitivos, los UMMITAS adoraban a su dios supremo al que denominaban Woa (Generador), de una manera caótica e individual, lo cual se reflejaba en una desordenada organización social.
Esto se superó con el desarrollo de la ciencia, que impuso el orden. Pero la reverencia por lo científico también desató una feroz dictadura. Citan el caso de Le 456, hija de Na 312, que poseía un alto grado tanto de sabiduría como de crueldad. Conquistó el poder gracias a su extraordinaria inteligencia y aseguraba que en ella habitaba el cerebro de Woa, razón por la cual era infalible.
Sostuvo que el fin último de UMMO era la investigación e impulsó la ciencia por encima de cualquier otra disciplina. Quienes no alcanzaban un nivel de comprensión científica suficiente pasaban a integrar las colonias de los trabajadores esclavos.
En una de ellas vivía un hombre llamado Ummoowa, que se rebeló contra la dictadura y pregonó la armonía social. Sus doctrinas crecieron rápidamente y el gobierno de Le 426 fue finalmente derrocado. El planeta conoció un largo periodo de caos, pero salió fortificado de él.
A partir de entonces hubo armonía, lo que les permitió alcanzar el alto grado de civilización de que disfrutan. Esto, a grandes rasgos, es lo que explican los documentos ummitas.
Ignacio Darnaude publicó en 1982 un exhaustivo listado de los informes ummitas, que tiene hoy en día más de tres mil seiscientas entradas. Una decena de libros se refiere a la presencia de los ummitas entre nosotros y otros tantos analizan sus escritos científicos.
El ingeniero Juan Domínguez Montes, por ejemplo, editó en 1983 El Pluricosmos, una difícil obra dedicada a los informes cosmológicos de Ummo, y el matemático francés Jean-Pierre Petit escribió en 1991 “Le mystére des Ummites” para la colección “Los caminos de la ciencia”, de la editorial Albin Michel, donde arriesga la siguiente teoría: los documentos Ummo tienen el propósito de hacer progresar la ciencia en nuestro planeta, sugiriendo líneas de investigación y procedimientos que de otro modo nunca abordaríamos o lo haríamos mucho más tarde.
En fin, la historia de los ummitas es uno de los misterios más impenetrables de nuestro tiempo. Por una parte, representa la ilusión de los hombres de vivir en un mundo más equitativo, donde la ciencia sirva realmente para el progreso de la humanidad y, por otro, nos pone ante el espejo del cosmos en donde podríamos encontrar todo lo que imaginemos.
Se dice, también, que han desarrollado naves impulsadas por energía electromagnética que les permite viajar a través del universo sin tener en cuenta el tiempo tal cual lo conocemos nosotros. Según afirman algunos estudiosos que han investigado el tema, los UMMITAS llegaron a la Tierra en 1950, y desde entonces viven ocultos entre nosotros e, incluso, han adoptado la forma humana para pasar inadvertidos.
En realidad, la crónica de cómo los supuestos UMMITAS habrían revelado su presencia en la Tierra arranca mucho más tarde, a comienzos de 1966, cuando un conocido ovniólogo español, el periodista y escritor Fernando Sesma Manzano, recibió un mensaje telefónico para anunciarle que ese mismo día una persona le llevaría varias imágenes para que él las examinara.
El desconocido le dijo que se llamaba Deii 98 y que provenía de otro planeta. Sesma creyó que alguien le estaba jugando una broma. Dos horas después, sin embargo, tocaron a su puerta y le entregaron un sobre cuyo contenido debía examinar y luego devolver al mismo mensajero. Se trataba de una serie de fotografías en las cuales se veían, en forma tridimensional, máquinas insólitas, objetos desconocidos y una vista de lo que podía ser una misteriosa ciudad, trazada con una geometría que no era terrestre.
Había rascacielos muy extraños y planos que parecía flotar en algún fluido viscoso e invisible, lo cual le otorgaba inusual coherencia al conjunto. Los edificios no tenían principio ni fin y se desvanecían inadvertidamente. Parecían escapados de algún grabado del arquitecto Giovanni Battista Piranesi o de las ilustraciones terribles de un relato de Tolkien.
A la mañana siguiente, Sesma Manzano recibió lo que luego se dio en llamar PRIMER ENCUENTRO UMMITA. Era un largo relato en el que los UMMITAS le explicaban cómo era su mundo y describían su lenguaje. Pero nada decían acerca de sus intenciones. Le pedían, eso sí, que no diera a conocer ese mensaje a nadie. A partir de esa primera comunicación, decenas de científicos y ovniólogos de todos los países comenzaron a recibir inquietantes documentos UMMITAS, que terminaban con el mismo pedido de reserva y discreción.
Estos mensajes, escritos con un mismo estilo y firmados de idéntica manera, como ya se verá, provenían de diversas partes del mundo y contenían una gran cantidad de información científica desconocida. Así, poco a poco, se pudo reconstruir la historia del anunciado planeta UMMO y la presunta llegada de los UMMITAS a la Tierra.
Según el matemático francés Jean-Pierre Petit, director del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia, muchos de sus trabajos teóricos sobre el plasma y la energía magneto hidrodinámica (MHD) fueron inspirados por los relatos UMMITAS. Petit sospecha, también, que el científico ruso Andrei Sajarov, premio Nobel de Física, conocía ciertas comunicaciones UMMITAS sobre mecánica de los fluidos y que debió trabajar sobre ellas cuando elaboró algunas de sus más célebres teorías.
Aunque muchos de los llamados “documentos ummitas” han sido destruidos o se han extraviado, una recopilación de las comunicaciones primigenias le permitió al doctor Juan Miguel Aguirre Ceberio, de la Universidad de Madrid, publicar tres tomos de cartas y documentos de procedencia ummita, ordenados temáticamente.
La primera edición de esa obra extraterrestre data de 1985. Se calcula que en 1995 ese material se habría duplicado. Aunque poco a poco los envíos se fueron haciendo más espaciados, crecieron en extensión. La última comunicación recibida por el profesor Petit, en noviembre de 1995, ocupaba doscientas trece cuartillas mecanografiadas y trata de física cuántica y de las posibilidades de producir antimateria en un acelerador de partículas. Está redactada en inglés.
Nadie se explica de dónde proviene semejante torrente de información acumulada a lo largo de treinta años. Incluso, algunos creen que sus autores son, en verdad, seres inteligentes venidos del planeta UMMO, que gira en torno a la estrella Wolf 424.
Otros aseguran que se trata de una broma gigantesca armada por alguien que quiso tomarle el pelo a Sesma Manzano en aquel lejano 1966. Como todo le salió bien, habría ampliado el círculo de sus destinatarios, remitiendo sus mensajes a los más crédulos ovniólogos de todo el mundo.
Según dicen los documentos, todo empezó en la primera semana de febrero de 1934, cuando un barco de bandera Noruega navegaba por aguas del Golfo de Terranova. A bordo iba un grupo de científicos para realizar algunos experimentos de comunicación a larga distancia por medio de la reflexión de ondas de radio en la ionosfera.
Un tren de ondas hertzianas usadas en la prueba habría cruzado la ionosfera, perdiéndose en el espacio con resultados imprevisible. Catorce años después –dicen las primeras crónicas UMMITAS recibidas por Sesma Manzano y su grupo-, esas ondas fueron captadas por científicos del planeta UMMO, los cuales comprendieron que se trataba de una señal inteligente, distinta al confuso ruido galáctico.
Esa afirmación resulta curiosa. A fines de la década de los ochenta, la NASA, llevó a cabo un programa de escucha del cosmos –el ya famoso SETI- para tratar de captar las señales de comunicación de seres extraterrestres. Dicho programa no tuvo éxito. Pero asombra saber que, según una carta escrita a mediados de la década de los sesenta, los supuestos UMMITAS hayan llevado a cabo un proyecto similar en su planeta, coronado por el éxito. ¿Ciencia ficción? Si así fuera, se trataría de algo fantástico, digno de la imaginación de algún nuevo Julio Verne.
En otra de sus cartas, los sagaces y huidizos UMMITAS dicen que en enero de 1949 del calendario terrestre, una flotilla de tres naves, con seis tripulantes en cada una, partió de UMMO rumbo a nuestro sistema solar. Primero exploraron Neptuno y pronto comprendieron que las comunicaciones que habían recibido provenían de ese pequeño planeta azul al que llamamos Tierra.
El 28 de marzo de 1950, a las cuatro de la mañana, las tres naves UMMITAS –según la crónica llegada a manos de Sesma Manzano y del ingeniero Enrique Villagrasa, otro de los integrantes del grupo de Madrid- aterrizaron en un sitio desolado, situado a trece kilómetros de la ciudad francesa de Digne y a ocho de la aldea La Javie, cerca de la frontera con Suiza.
De acuerdo con documentos recibidos por el comisario Dionisio Garrido y la funcionaria de la embajada de Estados Unidos Alicia Araujo, esos primeros tripulantes se multiplicaron en la Tierra, adoptaron por mutación la forma humana y ahora ya resulta imposible precisar su número.
Los escritos, que al principio eran firmados por Deii 98, hijo de Deii 97, comienzan a ser rubricados por un supuesto Gobierno General de UMMO, circunstancia que se repetirá invariablemente hasta las comunicaciones más recientes. El 27 de mayo de 1967, una carta UMMITA anunció a varios ovniólogos españoles la llegada de algunas de sus naves. Señalaba que una de ellas descendería cerca de la localidad de San José de Valderas.
Pocos días después de la fecha señalada, un periódico español difundió varias fotografías tomadas por un aficionado anónimo que las hizo llegar a la redacción. En ellas se advierte un platillo volador con el signo que usan los UMMITAS para sellar sus misivas: una especie de letra H con los brazos curvados hacia fuera y cruzada por una raya perpendicular.
Un segundo fotógrafo, llamado Antonio Pardo, le envió a Sesma Manzano una secuencia de esa misma nave pero tomada desde una perspectiva distinta. Otro grupo de testigos dijo haber visto descender el aparato en Santa Mónica, cerca de Valderas.
Cuando levantó el vuelo, un muchacho recogió en el lugar un trozo de metal y una placa de un material desconocido, de color verde. El instituto Nacional de Técnica Aeroespacial de España sometió esos dos objetos a un minucioso análisis y concluyó que se trataba de un tubo de níquel de 99 por ciento de pureza y que la película plástica era polifluoruro de vinilideno, muy resistente a la tracción y a las altas temperaturas. Eran, sin duda, materiales aeronáuticos.
En abril de 1967, Alicia Araujo recibió un informe de veintitrés páginas donde se revelan ciertos rasgos de los UMMITAS y algunas de sus costumbres. En UMMO, dice esa comunicación, se habla un solo idioma, pero la gente usa dos lenguajes distintos para comunicarse entre sí.
Por lo general, emplean la vía telepática, pues los UMMITAS tienen un aparato de fonación muy débil, que necesita la amplificación. Por esa razón, los primeros UMMITAS que adquirieron forma humana debieron someterse a una pequeña operación en la glotis para poder hablar normalmente. No obstante, aún hoy su voz es monótona y sin ninguna inflexión.
En 1968, el escritor Antonio Ribera –autor de varios best sellers- publicó un libro en el que analizó el avistamiento de Valderas. Desde ese momento, la historia de los UMMITAS se divulgó masivamente y se hizo conocida en todo el mundo.
Ribera se convirtió en el principal receptor de los documentos UMMO. Estos comenzaron a ser cada vez más científicos y a tener un gran contenido tecnológico. Explicaron, por ejemplo, cómo eran sus naves interplanetarias, a las que ellos llaman Oawolea uewa oemm, y que son capaces –aseguran- de recorrer distancias interestelares en poco tiempo, pasando de uno a otro marco tridimensional.
La cabina para los tripulantes, dicen, es de forma toroidal y flota libremente en una cavidad más grande sostenida por electroimanes. Es el mismo principio de los modernos trenes japoneses y alemanes que utilizan la suspensión magnética para desplazarse en el aire sin tocar las vías.
En los periodos de gran aceleración, la cabina de las naves se llena de una masa gelatinosa que protege a los tripulantes contra cualquier peligro. Durante el viaje, los UMMITAS usan un traje espacial hecho con una membrana compuesta e inteligente que no toca nunca la epidermis del viajero.
Varios años después de esa descripción la NASA ensayó con éxito un traje de estas características. A pesar de que era operativo, resultaba muy costoso y se suspendió su producción.
Los escritos también revelaron parte de la historia del planeta UMMO. Uno de sus informes describe una civilización armónica, esencialmente humanista, que se parece al paraíso perdido de Milton. Si bien le dan una importancia enorme al desarrollo de la ciencia, la subordinan siempre a las necesidades de la gente.
Pero eso –dicen- no siempre fue así. En los tiempos primitivos, los UMMITAS adoraban a su dios supremo al que denominaban Woa (Generador), de una manera caótica e individual, lo cual se reflejaba en una desordenada organización social.
Esto se superó con el desarrollo de la ciencia, que impuso el orden. Pero la reverencia por lo científico también desató una feroz dictadura. Citan el caso de Le 456, hija de Na 312, que poseía un alto grado tanto de sabiduría como de crueldad. Conquistó el poder gracias a su extraordinaria inteligencia y aseguraba que en ella habitaba el cerebro de Woa, razón por la cual era infalible.
Sostuvo que el fin último de UMMO era la investigación e impulsó la ciencia por encima de cualquier otra disciplina. Quienes no alcanzaban un nivel de comprensión científica suficiente pasaban a integrar las colonias de los trabajadores esclavos.
En una de ellas vivía un hombre llamado Ummoowa, que se rebeló contra la dictadura y pregonó la armonía social. Sus doctrinas crecieron rápidamente y el gobierno de Le 426 fue finalmente derrocado. El planeta conoció un largo periodo de caos, pero salió fortificado de él.
A partir de entonces hubo armonía, lo que les permitió alcanzar el alto grado de civilización de que disfrutan. Esto, a grandes rasgos, es lo que explican los documentos ummitas.
Ignacio Darnaude publicó en 1982 un exhaustivo listado de los informes ummitas, que tiene hoy en día más de tres mil seiscientas entradas. Una decena de libros se refiere a la presencia de los ummitas entre nosotros y otros tantos analizan sus escritos científicos.
El ingeniero Juan Domínguez Montes, por ejemplo, editó en 1983 El Pluricosmos, una difícil obra dedicada a los informes cosmológicos de Ummo, y el matemático francés Jean-Pierre Petit escribió en 1991 “Le mystére des Ummites” para la colección “Los caminos de la ciencia”, de la editorial Albin Michel, donde arriesga la siguiente teoría: los documentos Ummo tienen el propósito de hacer progresar la ciencia en nuestro planeta, sugiriendo líneas de investigación y procedimientos que de otro modo nunca abordaríamos o lo haríamos mucho más tarde.
En fin, la historia de los ummitas es uno de los misterios más impenetrables de nuestro tiempo. Por una parte, representa la ilusión de los hombres de vivir en un mundo más equitativo, donde la ciencia sirva realmente para el progreso de la humanidad y, por otro, nos pone ante el espejo del cosmos en donde podríamos encontrar todo lo que imaginemos.
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