La historia del marinero que realiza un pacto con el diablo ya existía mucho antes de quedar inmortalizada en una famosa ópera. La leyenda del holandés errante tiene su origen allá por el siglo XVII. La historia narra como un capitán llamado Hendrik van Decken, de gran ambición y escasos escrúpulos, partió de Amsterdam hacia las Indias Orientales con el objetivo de hacer fortuna. Mientras trataba de doblar el Cabo de Buena Esperanza se vió atrapado por una dura tormenta que dañó seriamente su barco. Es aquí cuando la leyenda empieza a entremezclarse con la historia; cuentan que en medio de esta tormenta, y con el barco a punto de zozobrar, el diablo se apareció al capitán Hendrik tentándolo a desafiar la voluntad de Dios y dirigir su barco al centro mismo de la tormenta. El capitán aceptó el reto recibiendo así la maldición del Todopoderoso: Su barco y él, convertidos en espectros, estarían condenados a vagar sin rumbo por los mares hasta el fin de los tiempos.
Como vemos el relato no resulta demasiado verosimil, ni tampoco lo pretende, no es más que una simple leyenda de fantasmas. Como tantas otras. Pero, y es que casi siempre hay un pero, a lo largo de los siglos son numerosos los encuentros con buques fantasmas sorprendentemente parecidos a lo que debió ser el barco del capitán Hendrik. Muchos localizados en la zona donde se supone que desapareció.
Numerosos son los testimonios, y algunos nos pueden resultar soprendentes. En 1881, el príncipe Jorge, que más tarde se convertiría en el rey Jorge I de Inglaterra, tenía 16 años y servía como cadete en el buque HMS Inconstant. El 11 de julio introdujo una curiosa anotación en el cuaderno de bitácora mientras navegaban cerca de la costa australiana: "A las 4 de la mañana el holandés errante cruza ante nuestra proa. Emite una extraña luz fosforescente (...) también ha sido visto por el oficial de guardia. Lo ha visto desde el puente, desde donde también lo ha visto el guardiamarina del alcazar (...) La noche es clara y el mar está calmo". En total, el barco fantasma del holandés errante fue visto por 13 hombres del HMS Inconstant y otros dos buques que formaban la escuadra.
Si bien las apariciones de este barco fantasma son relativamente frecuentes en las bitácoras de los buques que navegan por el Cabo de Buena Esperanza, tampoco son pocos los que lo han avistado desde tierra firme. En 1942 cuatro personas descansaban en la azotea de una casa de Ciudad del Cabo cuando de pronto avistaron un viejo y destartalado velero navegando hacia la bahía de Table. Puedieron seguirlo durante más de 15 minutos. En 1939 casi 100 personas pudieron ver desde una playa al sur de Ciudad del Cabo como un viejo velero atravesaba la bahía entre la neblina con todas sus velas desplegadas e hinchadas, a pesar de que no soplaba la más leve brisa. El barco desapareció tan misteriosamente como había aparecido.
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