Sólo los más viejos recordarán este inquietante suceso ya clásico de la crónica negra española. Un caso espeluznante, macabro, gótico, en que confluyen los caminos de la investigación policial con la ufología. Su protagonista es una marquesa afín al régimen franquista que durante su juventud trabajó como espía: Margarita Ruiz, la Mata Hari española. El turbio hecho que la lleva a las portadas de El Caso a mediados de los cincuenta no es, sin embargo, su glamuroso pasado, sino la oscura amputación post mortem del cadáver de su recién fallecida hija en su casa de Albacete.
Copiosamente documentado mediante las actas de declaración, los informes de inspección ocular, la autopsia... en las lecturas de estas páginas se invierten los términos; el lector abismado por los que se habían presentado hasta ahora como misterios sin explicación, que sólo gracias a la pericia del autor iban ganado en claridad, tropieza de pronto con su propio escepticismo frente a una serie de hechos reales a los que, de puro morbosos, no puede dar crédito.
La mansión llena de animales enfermos con oscuros sótanos, armarios con cráneos y pieles de perros, libros esotéricos y la mutilación final del cadáver de su propia hija a la que además de la mano se le extirpa la lengua y los ojos, es un escenario demasiado sugerente como para dejarlo escapar. Así que, poco más de una década más tarde, el 27 de marzo de 1969, es recuperado nada menos que por los extraterrestres de UMMO: "Nuestra primera residencia en España fue escogida en una población recoleta, Albacete. Una dama amante de los animales prestó asilo a mis dos hermanos, que pudieron durante su forzoso encierro, realizar las primeras experiencias psicofisiológicas con mamíferos de TIERRA hasta que ciertos rumores surgidos entre los habitantes vecinos hicieron aconsajable el traslado".
A partir de ese momento la conexión Albacete atrae a decenas de firmes creyentes ummitas hasta la ciudad donde se produjeron los hechos, y tras ellos, años después, al autor del libro que esclarece una buena parte del misterio merced, entre otras muchas indagaciones, al testimonio providencial de uno de los arrendatarios del supuesto laboratorio extraterrestre que desvela la utilidad del sótano: "teníamos unas cámaras para madurar los plátanos con carburo, ya sabe usted, adelantos de la técnica...". Cámaras de maduración de plátanos y no un laboratorio extraterrestre. Bien, pero entonces ¿por qué tenía el CESID un expediente abierto sobre el caso? Es evidente que los dos médicos de aspecto nórdico no eran extraterrestres. Para comprenderlo, Carballal tendrá que entrevistarse con Nuño de la Rosa, autor de un libro sobre el suceso que sostiene la tesis de que los dos sujetos en cuestión son agentes de las SS que huyeron con un arma química, de ahí los animales enfermos: "De haberse utilizado, esa arma podría haber matado a tanta gente como la bomba atómica", advierte De la Rosa.
Copiosamente documentado mediante las actas de declaración, los informes de inspección ocular, la autopsia... en las lecturas de estas páginas se invierten los términos; el lector abismado por los que se habían presentado hasta ahora como misterios sin explicación, que sólo gracias a la pericia del autor iban ganado en claridad, tropieza de pronto con su propio escepticismo frente a una serie de hechos reales a los que, de puro morbosos, no puede dar crédito.
La mansión llena de animales enfermos con oscuros sótanos, armarios con cráneos y pieles de perros, libros esotéricos y la mutilación final del cadáver de su propia hija a la que además de la mano se le extirpa la lengua y los ojos, es un escenario demasiado sugerente como para dejarlo escapar. Así que, poco más de una década más tarde, el 27 de marzo de 1969, es recuperado nada menos que por los extraterrestres de UMMO: "Nuestra primera residencia en España fue escogida en una población recoleta, Albacete. Una dama amante de los animales prestó asilo a mis dos hermanos, que pudieron durante su forzoso encierro, realizar las primeras experiencias psicofisiológicas con mamíferos de TIERRA hasta que ciertos rumores surgidos entre los habitantes vecinos hicieron aconsajable el traslado".
A partir de ese momento la conexión Albacete atrae a decenas de firmes creyentes ummitas hasta la ciudad donde se produjeron los hechos, y tras ellos, años después, al autor del libro que esclarece una buena parte del misterio merced, entre otras muchas indagaciones, al testimonio providencial de uno de los arrendatarios del supuesto laboratorio extraterrestre que desvela la utilidad del sótano: "teníamos unas cámaras para madurar los plátanos con carburo, ya sabe usted, adelantos de la técnica...". Cámaras de maduración de plátanos y no un laboratorio extraterrestre. Bien, pero entonces ¿por qué tenía el CESID un expediente abierto sobre el caso? Es evidente que los dos médicos de aspecto nórdico no eran extraterrestres. Para comprenderlo, Carballal tendrá que entrevistarse con Nuño de la Rosa, autor de un libro sobre el suceso que sostiene la tesis de que los dos sujetos en cuestión son agentes de las SS que huyeron con un arma química, de ahí los animales enfermos: "De haberse utilizado, esa arma podría haber matado a tanta gente como la bomba atómica", advierte De la Rosa.
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